Una organización formada por delincuentes, paramilitares y criminales, guardaba un misil de cuatro metros de longitud con el objetivo de venderlo por una cifra cercana a los 470.000 euros, utilizando el fútbol como excusa para desviar la atención de la policía.

Las fuerzas del orden llevaban mucho tiempo investigando en el plano internacional a este grupo de extrema derecha, vinculado a los ultras de la Juventus, por tener conexiones con grupos terroristas y por tráfico de armas. Portaban la bandera de la Juventus y frecuentaban sus locales como tapadera.