Lionel Scaloni asumió, hace cuatro años, la siempre difícil papeleta de hacerse cargo de un banquillo como el de Argentina. De uno de los asientos que más quema de todo el fútbol. De una silla en la que muchos llegaron pensando en triunfar pero casi nadie fue capaz de hacerlo. Pero, donde unos se quedaron en un 'casi', él ha cumplido el sueño de todo un país.

Porque un Mundial no es poca cosa. Porque levantar esa copa, ese título, es lo más importante del mundo para un argentino. Es el tope. Es lo máximo. Tras eso, no hay nada más. Tras conquistar el mundo, lo único que queda es conquistarlo de nuevo.

En eso llevaban desde 1986. Llegando como favoritas a veces, y como candidatas siempre. Llegando con auténticos cracks mundiales. Con jugadorazos. Y, desde que está Messi, con el llamado a recoger el testigo de Diego Armando Maradona.

Scaloni, el capitán del barco de Messi

Le ha costado, pues este era su quinto Mundial, pero el 10 ha hecho lo que se esperaba de él. Ser el líder, el líder de un barco capitaneado por Lionel Scaloni. Por un entrenador que, de jugador, estuvo en Deportivo de La Coruña y Racing de Santander entre otros equipos. Por un técnico que cuando cogió al equipo en 2018 era tan solo un 'interino'.

El 'interino' se ha ganado entrar en un selecto club en el que solo están Bilardo y Menotti. En el que tan solo hay dos o, más bien, en el que tan solo había dos. El motivo, con él de capitán Argentina ya tiene su tercer Mundial. Ya tiene su tercera estrella. Argentina ya tiene a la generación que recoge el legado dejado por la de 1986.

Fue en una final que se decidió desde el punto de penalti. Con un Messi que anotó dos goles, y con Di María marcando también, Francia igualó siempre el duelo para que las penas máximas dictaran sentencia. Ahí Argentina no falló, mientras que los galos erraron dos tiros.

La emoción de un país

Le costó mucho a Scaloni contener las lágrimas al hablar de sus jugadores antes de la final. Luego no pudo evitarlo. El entrenador de Argentina rompió a llorar, en unas lágrimas que reflejan el sentir de todo un país tras un partido de locura. Simplemente emocionante.

Con él, Argentina ha conquistado el mundo, y también la Copa América que tanto se les resistía a los argentinos. Con él, el color albiceleste vuelve a ser el que manda en el planeta fútbol.

"Este equipo solo me causa orgullo. Es todo de ellos", dijo con su hijo en brazos al terminar una final que le encumbra al olimpo de las leyendas de Argentina en los banquillos.