Habrá música de Champions en el Metropolitano para el Atlético. Los rojiblancos se han asegurado, por quinta temporada consecutiva, su presencia en la máxima competición europea a nivel de clubes gracias a un laborioso y trabajado triunfo por 1-0 ante el Eibar. Fue Saúl el que, con un golazo desde la frontal, dio tres puntos a los de Simeone para amarrar una de las cuatro primeras plazas de LaLiga. Un punto más y serán terceros.
Monumental atasco tanto físico como mental el que mostró el Atlético al comienzo del partido. Con la cabeza quizá en la Champions, en la ida y en la vuelta de semifinales, los rojiblancos salieron a verlas venir. Dormidos, a merced de un Eibar más capaz y más atento a cada acción. Así pues, Inui puso a prueba a Oblak con una jugada de desajuste total en defensa que a punto estuvo de significar el 0-1.
Poco a poco, el Atleti fue despejando su azotea y quitándose la tostada de encima. Carrasco tiraba del carro, Griezmann, como siempre, ponía varios ojos rivales en él. Y el mediocampo quería dominar al contrario y a la situación. Con todo, el mal endémico que arrastra el equipo desde la marcha de Diego Costa volvió a hacerse patente, y es que a pesar de la goleada ante Las Palmas a los del Cholo les sigue faltando un '9'.
Un 'killer'. Un rematador. Un Falcao. Sin Gameiro, los locales llegaban, pero no atinaban a pesar de tener ocasiones bastante claras. Primero una de Carrasco, que lo hizo todo bien salvo definir. Luego fue Saúl el que mandó fuera un tiro franco desde el punto de penalti tras una buena acción de Thomas, hoy lateral derecho. Cero a cero al descanso, y los nervios empezaban a asomar tanto en las gradas como en las piernas de los del Atleti.
Se fue Gaitán, y entró Fernando Torres. Filipe también se pudo ir, pero a la calle tras una segunda amarilla perdonada por el colegiado del duelo. Los minutos pasaban, pero no pasaba nada más que eso. El Eibar cada vez parecía más asentado y los ataques del Atleti eran más y más previsibles. Hacía falta la sorpresa, y la sorpresa llegó con Godín avanzando raudo por la izquierda y poniendo el cuero en la frontal para que Saúl, ahora sí, empalara directo a las mallas con su zurda.
El final fue de auténtico infarto en la ribera del Manzanares. El Atlético se quedó con diez por doble amarilla a Godín con el Eibar volcado arriba y Oblak no podía relajarse ni un solo instante. Tiago salvó un gol casi cantado en el descuento y la grada volvía a morderse las uñas expectante mientras Simeone iba perdiendo la compostura. Finalmente, el árbitro pitó el final, y el comienzo de una nueva exhibición de una afición que se quedó en el campo para pedir a los suyos un milagro. Para pedirles remontar el 3-0 al Real Madrid y estar en la final de Champions en Cardiff.