Conor McGregor está distinto. No, no porque suba al octógono y no destroce como antaño, sino porque ahora es un chico majo. Tras sus numerosos altercados en el pasado, el irlandés se tomó un tiempo para la reflexión y en su regreso a la UFC ha dejado una de las imágenes más curiosas de la competición.

No por terminar con Cerrone en apenas 40 segundos con un estilo de combate pocas veces visto antes, sino porque antes de destruir a su adversario, metafóricamente hablando claro, se fundió en un abrazo con su rival... y también con su abuela.

Fueron los dos únicos gestos 'románticos' que el irlandés tuvo en su regreso a la pelea. En cuanto tocó darse de guantazos, McGregor sacó un repertorio inédito para derrotar a su rival en unos 46 segundos.

Sin duda ha demostrado dos cosas en su regreso: la primera, que está como si nunca se hubiera ido, y la segunda, que el tiempo de reflexión le ha venido bien para aclarar su cabeza.

Lejos queda aquel McGregor que arreó a un anciano por no aceptar su whisky, o que le rompió el móvil a un chaval por grabarle.

Ahora tenemos a otro Conor. Uno que quiere ganarse la aureola en la UFC.