Con Turín a la vuelta de la esquina, el Atlético resolvió ante el Leganés (1-0), con un tanto de Saúl Ñíguez, y sigue agarrado a la Liga, tras un partido en el que se palpó la cercanía del combate del próximo martes ante la Juventus, uno de los más trascendentes de la historia reciente rojiblanca.

Se percibió en la grada del flamante Metropolitano y también en el rectángulo de juego, al que comparecieron dos equipos con muchos descartes. Los del Atlético, forzados por las rotaciones y obligados por dolencias y sanciones. También los del Leganés, devaluado por ausencias de calado. No estuvieron disponibles Diego Costa, Filipe Luis y Lucas Hernández, por lesión, ni tampoco Diego Godín ni Koke Resurrección, por sanción, y Simeone dio descanso de inicio a Álvaro Morata, Thomas Lemar y Juanfran Torres.

Seis bajas afrontó el Leganés por diferentes motivos, pero su técnico, el argentino Mauricio Pellegrino, ha dotado al colectivo de una disciplina de grupo encomiable. Por eso, el equipo llegó al Wanda asentado en la zona tranquila de la tabla clasificatoria, sin angustias de ningún tipo.

Con estos antecedentes, al partido le faltó nervio, especialmente al Atlético. Jugaron los rojiblancos sin tensión, sin intensidad, sin presión, sin ritmo. Para alegría del Leganés, que parecía muy satisfecho con el desarrollo. Plantado con su habitual línea de cinco defensas, tres centrocampistas y dos delanteros, el Leganés no se ofreció.

Sólo esperó, pero se encontró a un Atlético plano, con pocas ideas. Con la cabeza claramente en Turín. Con la idea de ahorrar esfuerzos. de rentabilizar al máximo el gasto. En medio del adormecimiento general y bajo la batuta de Rodrigo Hernández, aparecieron fugaces Victor Machín 'Vitolo' y el Ángel Correa.

Los dos destilaron su conocida calidad, pero a cuentagotas. Una galopada del argentino, que concluyó con un disparo de Antoine Griezmann, un cabezazo de Nikola Kalinic, tras pase de Vitolo, un zapatazo lejano de Thomas Partey y otro posterior, otra vez de Griezmann, al que respondió el ucraniano Andriy Lunin, fue todo el peligro que brindó el Atlético en el primer acto. Poca cosa.

Tampoco lo hizo el Leganés, que estaba encantado con el empate, a pesar de que sus dos puntas, el danés Martin Braithwaite y el marroquí Youssef En-Nesyri, merodeaban el área de Oblak.

Simeone decidió dar descanso a Griezmann en la segunda mitad, dio entrada a su compatriota Thomas Lemar, y relegó al banquillo al joven canterano debutante Andrés Solano para que entrase en su lugar Saúl. Pretendía el técnico más profundidad por ese costado. Alguien que doblase a Vitolo en el ataque.

Y el Atlético cambió de cara. En el minuto 49, Correa fue derribado dentro del área. Penalti. Lo lanza Saúl, Lunin rechaza y el propio Saúl empuja el balón a la red. Fue un lance premonitorio. Poco después Thomas enganchaba un zambombazo que se estrellaba en el larguero del Leganés.

El tanto fue un mazazo para los visitantes, que protestaron la decisión arbitral y se vieron obligados a cambiar su táctica conservadora. Pero el Atlético ya no les dejó. Ya había despertado algo del letargo de la primera mitad. Apareció Lemar con otro balón al palo. Siguió Rodrigo con sus galones de mando y los de Simeone parecían tener controlada la situación.

Ahora era el Leganés el que no estaba cómodo. Con Juanfran ya sobre el césped, en lugar de Kalinic, el Atlético se protegió. Dejó pasar los minutos hasta el final. No pasó apuros. Pellegrino lo intentó con cuatro arriba (El Zhar, Arnaíz, Carrillo y En Nesyri), pero no lo consiguió.

El Atlético se salió la suya. Con la ley del mínimo esfuerzo sumó tres puntos que le mantienen en la lucha por la liga. Y Turín espera el martes. En ningún momento se pudo aislar de esa circunstancia.