Las verdaderas estrellas del Salón Internacional del Manga son ellos, sus asistentes disfrazados. Gracias a sus disfraces, los personajes de cómic cobran vida en los tres pabellones del recinto de Gran Vía de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), donde se celebra hasta el domingo una de las mayores convenciones de cómic y cultura japonesa de Europa.
Es allí donde se ha podido ver a miles de seguidores del manga estos días haciendo lo que mejor se les da, cosplay. "No es solo disfrazarse sino meterse dentro del personaje", explica uno de los asistentes. Y cuanto más reales, mejor. "Tengo motosierras y estoy poseído por el demonio", señala otro. Pero no solo vale con la interpretación, también cuenta la originalidad.
Con más o menos horas dedicas, todos buscan calcar a su personaje. "Lo llevó haciendo desde septiembre y lo acabé ayer", relata una joven. Claudia, quien acude a la cita del manga por primera vez, le ha costado tres meses de trabajo. "Las colas las hice yo y las botas las he pedido", desvela.
A diferencia de ella, a quien prefiere invertir dinero a tiempo. "Las espadas son de coleccionista: entre 100 y 300 euros, dependiendo del dinero que te quieras gastar", explica uno de los asistentes. Eso sí, lo que no tiene precio es el valor sentimental, uno que ha batido récord de asistencia este año al superar los 152.000 asistentes de antes de la pandemia.
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