En un mundo donde todos dicen que se van y luego vuelven, a sus 39 años, Rayden tiene claro que está encarando su recta final. "Después de este me quedan siete conciertos", explica.
Ser dueño de su propia cuenta atrás es el culmen de 23 años de carrera en los que el dónde, el cuánto y el por qué, han sido lo de menos: "Yo estoy feliz de ser dueño de mi cómo y saber cuándo puedo parar un sueño que sabía que iba a durar lo que iba a durar".
23 años en los que ha sido imposible ponerle una etiqueta. Un escritor, un poeta, un rapero y un virtuoso que ha llenado escenarios fusionando géneros y colaborando con todo tipo de artistas
Y anoche, en el festival Son Rías Baixas, en Pontevedra, quiso volver a compartir escenario. Y aunque ahora sea con caras conocidas, todo comenzó entre amigos. "Una noche de verano que por no ir a las fiestas, uno dijo yo tengo canciones, yo hago de DJ y yo dije yo hago poesía no debe ser tan difícil", recuerda de sus inicios.
Ahí es cuando el talento hace parecer fácil lo difícil. Y convierte el defecto en virtud. "Siempre he tenido una herida muy grande de abandono y creo que me enganché mucho al escenario porque sentí que allí nadie me podía abandonar", señala.
Su sexto disco empezó con la pregunta '¿qué cabe en una canción?'. Dentro de siete conciertos tendrá que preguntarse qué ha cabido en una carrera que ha recorrido a su manera.
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