Hace 70 años, 132 presos franceses lograron escapar de un campo de concentración nazi. Y toda su huída, la grabaron con una cámara oculta.

La construyeron con piezas de contrabando y la escondían dentro de un libro hueco para que nadie la descubriera. Era un diccionario de la biblioteca. Uno muy especializado para que a nadie más se le ocurriese consultarlo.

"Es una cámara que montaron con un mecanismo de relojería, como se hacía en la época", cuenta Jérôme Thomassin, hijo de un prisionero.

El documental 'Bajo las mantas', recoge estas imágenes y muestra que la vida de los 5.000 prisioneros franceses en este campo de concentración de

Austria no era tan dura como en otros. Lo podemos saber gracias a las grabaciones con su cámara oculta y escondieron las bobinas en la doble tapa de sus zapatos.

Su día a día era sin trabajos forzados. Todo lo contrario. Iban a clase y tenían mucho tiempo para estudiar. Muchos prisioneros franceses se sacaron un título que fue reconocido oficialmente tras la guerra. Estaban tan preparados que había arquitectos, geólogos o matemáticos, y entre todos ingeniaron cómo fugarse y cómo grabarlo todo.

"Los alemanes tuvieron la gran idea de dejar de pasar lista los finde de semana para salir a ligar. Estábamos tranquilos para preparar nuestra huída", explica Jean Cuene-Grandidider, el único superviviente de la huída, que acaba de cumplir 100 años.

Los presos llegaron a excavar 32 túneles, pero siempre les pillaban. Pero, curiosamente, nunca hubo castigo. Y siguieron intentándolo hasta que lo consiguieron.

El 17 de septiembre de 1943 lograron huir 132 prisioneros. Fue la mayor fuga de la II Guerra Mundial. Durante la semana siguiente, 126 de los que huyeron, fueron capturados.