En los felices años 20, la radio fue responsable de un cambio trascendental: llevó la música al pueblo. Hasta entonces, era siempre en directo y sólo accedían a ella los más pudientes.
Gracias a la radio, la música clásica empezó a compartir espacio con un estilo que lo puso todo patas arriba: el jazz. Unas pegadizas melodías que trajeron consigo un baile: el foxtrot ('baile del zorro', similar a un vals pero que se baila a un ritmo superior). Y tras el foxtrot, llegó el charlestón, una evolución con la que ya no era obligatorio bailar pegados.
Pero si hay un nombre propio capaz de hacer bailar pegada a la gente ese era Carlos Gardel, responsable de que el tango se hiciera famoso en todo el mundo. Mientras, en España, ni foxtrot, ni charlestón, ni tango: en los felices 20, lo nuestro era el cuplé. 'La violetera' era uno de los más populares.
La radio puso los sonidos y el cine, las imágenes. En los años 20, este espectáculo se popularizó. Primero como entretenimiento: fue el momento en el que nacieron las primeras estrellas de Hollywood, como Buster Keaton, Harold Lloyd o Charles Chaplin.
En esta época el cine también encontró una forma de sugerir y persuadir. Alemania fue una de las pioneras con su cine expresionista, los rusos cogieron ese testigo y terminaron transformándolo en un arma política, pero faltaba la última gran revolución: el cine sonoro. 'El cantor de Jazz' llegó en 1927, abriendo un mundo nuevo que, tras los felices 20, ya nunca sería el mismo.
Se abre con algunos cambios
Notre Dame, la catedral renacida: los colores que los siglos habían borrado vuelven tras su reconstrucción
Lo más llamativo de esta nueva Notre Dame es su luminosidad y el regreso de un color que los siglos habían borrado. En el exterior, las gárgolas dañadas por las mangueras que querían detener las llamas ya han sido reparadas.