Una caravana de gaiteros ha despedido a Malcolm Young, cuya familia es de origen escocés, en las calles de Sidney. Han acompañado a la comitiva incluso dentro de la iglesia, durante el funeral, que ha sido en privado, pero eso sí, han asistido todos los miembros de ACDC.
Su hermano, Angus, ha depositado la guitarra de Malcolm junto al féretro y los que han estado dicen que el programa del servicio ha incluido púas conmemorativas y los gaiteros han tocado varios temas de la banda.
Una despedida a la altura de los grandes del rock que inició hace 40 años Elvis en su mansión de Graceland. Aquello sí que fue una comitiva. 14 cadillacs blancos acompañaron el cuerpo del rey antes de entrar al mausoleo de Graceland. Elvis se llevó a la tumba un traje blanco, camisa azul clara y corbata blanca. 75.000 fans se agolparon a las puertas de Graceland.
Fue algo único a la altura de su reinado. Hasta entonces, lo más parecido que había vivido el rock había sido esta despedida multitudinaria a Brian Jones, guitarra de los Stones, en su ciudad natal, Cheltenham.
La de John Lennon nos la perdimos por expreso deseo de su viuda, Yoko. Fue incinerado en la intimidad, pero eso no impidió un memorial en su honor en Central Park, con vigilia incluida.
James Brown dio su último paseo en una carroza con caballos blancos y su capilla ardiente fue abierta a todo el mundo, también a las cámaras de televisión, en el teatro Apolo de Harlem, donde debutó. Lo pudimos ver dentro de su ataud bañado en oro y no faltó hasta Michael Jackson para despedirse de él: "Fue mi inspiración".
Tres años después se iría precisamente Michael Jackson. Si el rey del rock había elegido limusinas blancas, el del pop prefirió negras y en su ceremonia en el estadio de los Lakers pudimos ver a Kobe Bryant, Magic Johnson, Brooke Shields, Mariah Carey o Steve Wonder.
Fue seguida en directo desde todo el mundo como Moscú, Berlín, Beirut o Hong Kong. Y llamó la atención el detalle del ataúd, casi idéntico al de James Brown. En efecto, fue su inspiración hasta para morir.
Se abre con algunos cambios
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Lo más llamativo de esta nueva Notre Dame es su luminosidad y el regreso de un color que los siglos habían borrado. En el exterior, las gárgolas dañadas por las mangueras que querían detener las llamas ya han sido reparadas.