'Forges' siempre se rió con, que no de la especie humana, a través de esos personajes casi siempre calvos, de gran nariz y ojos saltones con los que describió las actitudes y comportamientos que le llenaban de vergüenza, rabia o ternura.

Pero siempre con respeto, humor y originalidad, porque así se lo pidió su padre cuando le confesó su vocación de dibujante:"Que se reconozca un dibujo tuyo a quince metros".

Y así lo hizo este "dibujante de chistes en serio" con sus "blasillos", los "marianos" y "conchas", los "funcionarios profundos" o sus "náufragos perdidos".

Personajes familiares y cercanos siempre llenos de asombro y perplejidad ante un mundo que no entienden que han llegado a varias generaciones de lectores después de que el autor no faltara en los últimos 50 años a su cita diaria de publicar una viñeta.

Figura imprescindible para conocer y entender la sociedad española, a través de sus genuinos bocadillos de gruesos bordes, Forges retrató el duro mundo de la crisis y los hipotecados, así como el de los jóvenes, esos que en mas de una ocasión llevó a la viñeta para contarnos lo difícil que tienen encontrar un trabajo digno.

Se apaga un trazo que siempre se esperaba, esa viñeta que con el humor como herramienta siempre fue un artículo de opinión lleno de esa libertad que caracterizó su oficio.