Fundado en el siglo XII, al Monasterio de Sijena acudían las religiosas hijas de familias nobles. Por eso el centro reunió una rica colección de obras de arte. Durante el siglo XIX, con la desamortización, ya comenzó la venta de obras, pero en 1923 el Monasterio es declarado Monumento Nacional, y por tanto, queda prohibida la venta de sus bienes.

En la Guerra Civil, el Monasterio fue incendiado y comienza el traslado de las obras a Cataluña. Sus frescos se llevaron al Museo Nacional de Arte de Cataluña para restaurarse y allí siguen, a pesar de que ya en 1939 la diputación de Huesca solicitó su devolución.

En 1969, las monjas de la orden sanjuanista tuvieron que marcharse del Monasterio mientras realizaban obras de rehabilitación. Es entonces cuando el obispo de Lleida, junto con el Museo de Arte de Cataluña, envía dos camiones para trasladar las obras. Los bienes permanecieron en la diócesis de Lleida y en Barcelona hasta que en 1983 comienza la venta, por parte de las monjas, a la Generalitat.

Entre 1983 y 1994 se vendieron un total de 97 piezas sin informar ni al Estado ni al Gobierno de Aragón, por lo que la venta fue declarada ilegal en 2015 por el Juzgado de Primera instancia de Huesca: "La obligación en todo tipo de venta de obras protegidas es decírselo al Estado y a la CCAA que tiene las competencias" explica Pablo Ortiz de Zárate, experto en arte de laSexta.

Ahora, aprovechando el artículo 155, ha sido el Ministerio de Cultura el que ha tomado la decisión de devolver las obras. Este podría ser el final de un largo recorrido legal pero aún quedan recursos por resolver que podrían llevar a las piezas de vuelta a Cataluña.