Hoy se cumplen 11 años de la muerte de Amy Winehouse, un ícono de la cultura pop y cuyo corto legado la acompaña tantos años tras su muerte prematura. Amy es la última adición al fatídico Club de los 27, del que forman parte aquellas estrellas del rock que no llegaron a ver los 28: Brian Jones, Janis Joplin, Jim Morrison, Jimi Hendrix, Kurt Cobain y otros. Las drogas, el alcohol y la soledad que solo puede dar la fama fueron los compañeros de la cantante en sus últimos instantes.
Amy solo tuvo tiempo a publicar dos discos; ‘Frank’, el primero, tuvo un éxito moderado, pero no el suficiente para saciar los deseos de Winehouse, pero ‘Back to Black’ llevó el péndulo al lado contrario. Unafama arrolladora y rápida que consumió a la cantante con sus 20 millones de ventas e himnos como el homónimo ‘Back to Black’ y ‘Rehab’.
La cantante nació el 14 de septiembre de 1983 en el seno de una comunidad judía. Siempre tuvo una gran influencia musical por parte de su entorno con dos hermanos que eran músicos profesionales del jazz, y dos padres que sabían cantar; por lo que solo era natural que la pequeña Amy cogiera predilección por esa rama del arte. Pero no fue hasta comienzos del 2000 cuando empezó a tomarse en serio lo de ser cantante profesional.
Gracias a que un amigo —de alguna forma— consiguió hacer llegar una grabación suya a 19 Management, fue contratada por la productora. Más tarde, los sellos discográficos EMI y Virgin empezarían a tratar de persuadirla para que se uniera a su épico hasta que la cantante optó por ninguno de los dos. Firmó con Island y eso le permitió publicar su primer disco en 2003.
Con una voz que resucitaba en la mente de los oyentes a aquellas grandes cantantes de los 50, logró capturar los corazones de muchos. Pero no los suficientes. La voz prolija de otra era estaba allí, la influencia de jazz también junto con unas letras que contaban una historia de una forma muy Amy, pero algo faltaba. Hacía falta la ayuda del productor Mark Ronson para esa vibra soulera y una tumultuosa ruptura con su amor tóxico Blake Fielder-Civil —con el que se casaría y del que luego se divorciaría— para crear el disco que la catapultaría a la cima de las listas de canciones y de la fama.
‘Back to Black’, lanzado en el 2006, era una recopilación de las emociones más profundas de la cantante. Ya en ese entonces tenía problemas con el alcohol y las drogas al igual que su pareja, por lo que se creó una dinámica de saboteo mutuo. Y esto no era un secreto para nadie, después de todo en ‘Rehab’ la cantante le cuenta al mundo como “ellos intentaron llevarle a terapia” pero ella dijo “no, no, no”.
Su segundo disco rompió con todas las expectativas que pudo haber tenido Amy, galardonándola con 5 Grammys, la revista Time nombró a ‘Rehab’ la mejor canción de 2007, obtuvo varios Brit Awards, fue número 2 en el Billboard 200, doble platino en los Estados Unidos y ocho en su hogar Reino Unido. Un éxito se mire por donde se mire. Pero también vino acompañado de una mayor presión por parte de los medios y de los paparazzis. Tras la gloria se escondía una Amy adicta a las drogas y al alcohol que no tardaría en desmoronarse frente al mundo.
Los últimos días de Amy Winehouse
Era normal ver fotos de Amy con el maquillaje corrido, manchas de sangre, cabello desprolijo y un comportamiento claramente alterado por lo que consumía. Su carrera musical terminó a sus 23 años con ‘Back to Black’ como su último disco oficial. Lo que le siguieron fueron años de descontrol para la cantante que moría lentamente frente a las cámaras y los ojos expectantes de sus fans. Ya no importaba su talento innegable, su capacidad para que el R&B, soul y pop se fusionaran de una forma que no era nada popular en la época. Todo lo que fue construyendo se desmoronó.
Entró y salió de rehabilitación tantas veces que su familia ya no se inmutaba cuando actuaba extraño, era un ciclo de nunca acabar. Un mes antes de morir se presentó en su último concierto en Belgrado, famoso por la forma en que la cantante se notaba claramente ebria. Aquella Amy que tenía una presencia sobre el escenario intachable y una voz prolija y profesional no podía mantener ni una sola nota, y sus ojos desenfocados ni siquiera podían detenerse en la audiencia que le abucheaba al darse cuenta de su estado.
El 23 de julio de 2011 su guardaespaldas la encontró muerta en su cama tras no recibir respuestas a sus llamados a la puerta. En ese momento Amy se encontraba en recuperación de las drogas, pero lo que la mató fue el alcohol: 4,16 gramos por litro de sangre. Hacen falta 3,5 para entrar en un coma etílico y ella lo superó con creces. Lamentablemente su muerte se veía venir.
Dicen que las luces que más brillan son las que se queman más rápido, y en el caso de Amy esto fue cierto. Una cantante que llegó al estrellato siendo 100% auténtica a su estilo, nada popular, con una música que tocó los corazones de millones, pero que no pudo soportar la fama que eso le consiguió.
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