La clorofila es un pigmento vital en la captura de carbono de la atmósfera o en la cadena trófica marina. Y por primera vez, un equipo de científicos ha analizado la concentración de este pigmento en el Mediterráneo español a través de medidas satelitales. Un equipo del Instituto Español de Oceanografía (IEO-Csic), perteneciente al grupo de Ecología del Plancton y Retos Ambientales del Centro Oceanográfico de Málaga, ha concluido que la clorofila en estas aguas ha disminuido en promedio un 20% en las últimas dos décadas en alta mar y un 10 % en la costa. Son datos que tienen una variabilidad estacional, asociados al turismo y a la climatología (viento, deshielo, aporte de agua de los ríos, etc.).

Segúndesvelan en su estudio, esta pérdida de la clorofila podría deberse al aumento de la temperatura superficial del agua. Al estar el agua superficial tan caliente, el agua que está justamente debajo nunca consigue aflorar y por tanto, no se produce la mezcla. Y a las diferentes temperaturas se suman otros factores como la salinidad, oxigenación o la densidad que hacen que las masas de agua formen capas que actúan como barreras para que el agua se mezcle.

Variación de la turbulencia de las aguas en todo el globo terráqueo

En la imagen sobre estas líneas se aprecia la variación de turbulencia de los mares y océanos y destaca en rojo el Mediterráneo (arriba a la derecha), frente a otras zonas del globo. Esto indica que cada vez hay menos turbulencia, es decir, menos mezcla vertical. ¿Conclusión? Nuestro mar está cada vez más estratificado, con agua muy cálida arriba y muy fría abajo, sin comunicación entre "pisos".

La excepción se encuentra en el Mar Menor por la eutrofización. ¿Qué significa eso? El aporte en exceso de nutrientes procedentes de actividades humanas (principalmente nitrógeno y fósforo) da lugar a que proliferen algas y a que por tanto se reduzca la visibilidad de la columna de agua. Esta contaminación por exceso de materia orgánica consume más oxígeno y lo agota. El colapso es notable desde 2016.

Bajo estas líneas, la imagen tomada por el satélite Sentinel muestra la diferente coloración del Mar Menor en agosto de este año.

Imagen de satélite del Mar Menor en agosto de 2022

Los científicos han utilizado novedosas técnicas de análisis a partir de datos de diferentes sensores de color del océano capaces de registrar información radiométrica de la capa superficial del agua con una frecuencia casi diaria y con una elevada resolución espacial, por lo que es posible relacionar esos datos con la distribución y concentración de clorofila tras aplicar un algoritmo creado expresamente para la zona de estudio.

"Este trabajo es un ejemplo de la importancia de contar con series temporales de datos oceanográficos suficientemente largas y de calidad para poder detectar cambios significativos en la concentración de clorofila, que puedan a su vez ser indicativos de los efectos del cambio climático o de la contaminación procedente de fuentes terrestres", explica Francisco Gómez Jakobsen, autor principal del trabajo.