A pesar de encontrarnos ante uno de los veranos más atípicos de nuestra vida, el cielo nocturno lo está compensando gracias a los espectáculos astronómicos de estos últimos meses. Como el eclipse del pasado 2 de julio o el paso del cometa Neowise, que se ha podido observar desde la Tierra durante varias semanas.

Pero esto no acaba aquí, todavía queda por presenciar la lluvia de estrellas más esperada del año: las perseidas. El fenómeno astronómico alcanzará su máxima intensidad el 12 de agosto, cuando se puedan ver hasta 100 meteoros por hora cruzando la bóveda celeste.

También podremos seguir viendo la lluvia de acuáridas, aunque en este caso han dejado un recuerdo menos memorable. Al toparse con luna llena, la visibilidad del fenómeno en su máximo esplendor se ha visto perjudicada. No obstante, las Lágrimas de San Lorenzo prometen ser mejores que nunca y, aunque su punto álgido se sitúe en el 12 de agosto, se alargarán hasta finales de mes.

Por qué se producen las Perseidas

Las lluvias de estrellas fugaces nacen de los cometas. Las perseidas, concretamente, proceden del Swift Tuttle, un cuerpo celeste descubierto en 1862 por los científicos Lewis Swift y Horace Parnell Tuttle. Realmente, la razón por la que se puede apreciar este espectáculo desde nuestros cielos es la proximidad que ha tenido el cometa a la Tierra. Además de ser uno de los más grandes, pasa todos los años por una distancia muy corta de la atmósfera de nuestro planeta.

Es justo en ese momento de acercamiento cuando unas partículas de hielo y polvo, situadas en el interior del cometa, entran en combustión y salen disparadas. Así es como se producen las conocidas lluvias de estrellas en todos los casos. No obstante, las lluvias acuáridas, que coexisten con las perseidas, tienen una particularidad: también nacen de un cometa, el Macholz 1, pero éste es el único —que se sepa hasta el momento— que proviene de un sistema solar diferente al nuestro.

Dónde ver las perseidas

España goza de unos cuantos enclaves en los que la visibilidad del cometa puede ser sublime. Como recoge Starlight, una fundación creada por la UNESCO para el correcto cuidado de los cielos, los observatorios en los que se pueden disfrutar de las perseidas están repartidos por toda la geografía española: desde Andalucía hasta Canarias.

Concretamente, la comunidad andaluza cuenta con algunos de los mejores espacios de observación astronómica. Los Pedroches (Córdoba), la Sierra Sur de Jaén y la Sierra Morena Andaluza son buenos lugares en los que situarse, especialmente por la calidad de sus cielos.

Por otro lado, hay otros tantos parques en los que se puede disfrutar de las perseidas, como el Observatorio del Cabezo de la Jara cerca de Puerto Lumbreras (Murcia), la Reserva Natural del Cielo y la Tierra en Güímar (Tenerife), la cima del Jabalón cerca de Jabaloyas (Teruel) o el Centro Astronómico de Tiedra (Valladolid).

En norte también tiene espacios con una gran naturaleza y cielos impolutos, en los que las lluvias de meteoros pueden ser realmente visibles. No obstante, cuentan con una desventaja: es habitual encontrar cielos nublados en todas las épocas del año, y ante este tipo de fenómenos, lo mejor es tener el horizonte, tanto de frente como de arriba, despejado.

Por qué las perseidas son tan importantes

Hay más de 160 lluvias de meteoros a lo largo del año. Desde las líridas hasta las oriónidas, pasando por las leónidas (que se producen en noviembre), es posible ver multitud de partículas procedentes de los cometas surcando la órbita de la Tierra. No obstante, las perseidas son las más populares, principalmente por la multitud de estrellas fugaces que desprenden: este año, sin ir más lejos, se podrán ver unos 100 meteoros por hora.

Desde mediados de julio, las acuáridas luchan con las perseidas por brindar el mejor espectáculo para los astroturistas. Aunque, por desgracia para las primeras, éstas se han visto especialmente mermadas por la Luna. El pasado 30 de julio fue el día que alcanzaron su máximo esplendor —con unas 25 estrellas fugaces a la hora—. El problema está en que coincidieron con la plenitud de la luna llena, por lo que los cielos estaban completamente iluminados por el satélite natural.

Otra de las características más importantes de las perseidas es lo favorable que es su visibilidad para nuestro hemisferio. Al proceder de la constelación de Perseo, situada al norte de la galaxia, los países del norte del globo pueden apreciar mejor este fenómeno. Todo lo contrario a lo que ocurre con sus antecesoras las acuáridas que, al encontrar su radiante en la constelación de Acuario, se ven mejor desde el sur.

La radiante es el punto de origen de las lluvias de estrellas. Básicamente, indican su localización en el espacio. Si observamos la estela que dejan estas partículas de polvo de forma inversa, es decir, de atrás hacia delante, veremos el lugar de donde proceden.

Ahora bien, la localización de estos meteoros se vuelve irrelevante si no hay un cielo oscuro. Para los que observan las estrellas, la contaminación lumínica es un condicionante mayúsculo. De ahí que este año en particular, a diferencia de otros, ganen tanta relevancia las perseidas: la luminosidad en los cielos será mínima.

Por qué las perseidas son meteoros y no meteoritos

A la hora de catalogar estos fenómenos, es importante saber los aspectos técnicos que se tratan. Como hemos explicado anteriormente, las lluvias de estrellas son partículas de hielo o polvo que salen disparadas de los cometas. Y la clave para saber qué son en cada momento reside en su aproximación a la Tierra.

Cuando estas partículas de polvo están fuera de la atmósfera de nuestro planeta, se les llama meteoroides. Cuando han cruzado esta atmósfera y están por debajo de los 100 km de altura, se conocen como meteoros. Esta es la razón por la que son lluvias de meteoros, porque las podemos observar una vez han cruzado la atmósfera. De este modo, son visibles, pero no están lo suficientemente cerca de la superficie terrestre como para impactar con ella.

En el tercer caso, es decir, cuando literalmente alguna de estas rocas cae al suelo, es cuando se habla de un meteorito. Esta es la razón por la que es impreciso hablar de lluvias de meteoritos; sin embargo, sí se puede hablar de estrellas fugaces, que cumplen los mismos requisitos que los meteoros.