Los humanos estamos involucionando. Es decir, somos cada vez menos inteligentes según la ciencia, que demuestra que la evolución intelectual duró hasta finales del siglo XX. A partir de entonces el coeficiente intelectual no ha dejado de caer.

Una de las causas, según los estudios, es el uso masivo de la tecnología y las tareas que ésta ahorra a nuestro cerebro. Por ejemplo, nuestro móvil ya es capaz de recordarnos cómo dividir, si tenemos una cita o cómo llegar hasta un sitio.

La tecnología nos atrofia: pone fina la capacidad para orientarnos, nos resuelve las cuentas matemáticas más básicas, y reduce la memoria a corto plazo; además, el exceso de estímulos provoca la pérdida de concentración.

Los nuevos ritmos de vida influyen negativamente a la hora de analizar y procesar la información que recibimos a lo largo del día, lo que provoca que nos realicemos las mismas preguntas en diversas ocasiones. Así lo han determinado estudios franceses, británicos y alemanes, y es que la inteligencia artificial ya piensa mejor que nosotros.