Nunca jamás habíamos podido ver el Sol tan de cerca. Gracias al Solar Orbiter, una colaboración conjunta entre la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) y la NASA, podemos observar nuevos detalles sobre nuestro astro rey. Y lo que más ha llamado la atención de los investigadores es el movimiento de pequeñas erupciones solares (apodadas como hogueras) en la superficie.

El Solar Orbiter cuenta con seis telescopios, pensados para capturar imágenes inéditas del Sol y sus alrededores. También hay otra tanda de instrumentos, que actúan 'in situ', y se desplazan alrededor de la nave espacial para obtener fotografías de alta resolución. La propia ESA saca pecho en su comunicado: "Ninguna otra nave espacial ha podido tomar imágenes del Sol desde una distancia más cercana".

Nuevos fenómenos: fogatas y bengalas

La magnitud de esta misión cobra fuerza si se atiende a las distancias. El Extreme Ultraviolet Imager (uno de los telescopios empleados para la misión), estaba situado a tan solo 77 millones de kilómetros del Sol. Sí, 'solo', porque es el equivalente a estar a mitad de camino entre el Sol y nuestro planeta. Gracias a esta ubicación se han podido observar con detalle las hogueras mencionadas anteriormente.

Estas "fogatas", como explican desde la agencia espacial, "son pequeños parientes de las erupciones solares que podemos observar desde la Tierra". Según David Berghmans, del Observatorio Real de Bélgica, las hogueras en realidad son "millones o mil millones de veces más pequeñas", y permiten mostrar un aspecto muy interesante que antes no había podido estudiarse tanto (o, al menos, tan bien): la corona solar.

"El Sol puede parecer tranquilo a primera vista, pero cuando lo miramos con detalle, podemos ver esas bengalas en miniatura en todos lados", explica Berghmans. Las fogatas son en realidad mucho más importantes de lo que parece. "Son insignificantes por sí mismas", incide Frédéric Auchère, del Instituto Astrofísico Espacial de Francia, "pero su efecto en el Sol podrían ser la contribución dominante al calentamiento de la corona solar".

La corona solar es la capa más externa de la atmósfera del Sol. Se extiende hasta millones de kilómetros por el espacio y puede alcanzar unas temperaturas imponentes: más de un millón de grados centígrados. Es decir, la corona puede estar más caliente que la superficie del propio Sol. Los participantes en la misión están gratamente sorprendidos, porque la corona solar se lleva estudiando durante décadas dando prácticamente palos de ciego: "Es el Santo Grial de la física solar", sentencia la ESA. Y, ahora, cabe la posibilidad de que la ciencia esté algo más cerca de conocer sus mecanismos a fondo.

"Obviamente es demasiado pronto para saberlo, pero esperamos que al conectar estas observaciones, quizás podamos responder algunos de estos misterios", ha sentenciado Yannis Zouganelis, científico adjunto del Solar Orbiter.