En 2015, más de 278.000 mujeres fallecieron en el mundo a causa del cáncer de cuello de útero, también llamado cáncer de cérvix. En 41 países, es el cáncer que más muertes provoca entre mujeres. Y eso, pese a que existen técnicas para evitar todos y cada uno de estos casos. La vacuna es relativamente nueva, pero los sistemas de cribado que permiten detectar una lesión a tiempo no lo son tanto. Para que funcionen es necesario que todas las mujeres pasen por un control ginecológico cada cierto tiempo, algo que no ocurre en países con problemas de recursos o barreras culturales al tratamiento médico de la mujer. Por eso, entre otras causas, las cifras más altas de esta enfermedad se dan en países pobres.

Mauricio Maza es director médico en Basic Health International, una organización destinada a luchar contra el cáncer de cérvix. Trabaja en El Salvador, un país en el que esta enfermedad supera en incidencia y mortalidad al de pecho. “El cáncer de cérvix ataca a las mujeres mas pobres, aquellas que no tienen acceso a las pruebas”, explica. Las mujeres que sí se hacen esas revisiones lo pueden detectar y controlar a tiempo. “Es muy raro que le de a alguien que tiene recursos porque mantiene su seguimiento”. Y eso se traduce en que, por ejemplo, no vemos a mujeres famosas, en televisión, en las revistas, hablando de esta enfermedad, algo que sí pasa con el cáncer de mama.

Los datos le dan la razón. Los países con mayor mortalidad estimada por esta causa son los más pobres. De los 194 estados analizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), 66 habían introducido la vacuna en sus calendarios de vacunación a 31 de diciembre de 2015. No son aquellos en los que el problema es más grave. Y es que, sin ayuda externa, si no tienes medios para revisar a las mujeres de un país, tampoco los tienes para pagar una vacuna nueva y, por el momento, con un precio bastante elevado.