EL DIÉSEL NO ESTÁ MUERTO, ¡Y BMW LO SABE!

¡Larga vida al diésel! Este sedán alemán lo eleva a su enésima potencia

Que se hable ya poco del diésel no quiere decir que haya muerto. Este coche le da más vida que nunca.

BMW 520d xDrive

BMW 520d xDriveBMW

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Hablar de un coche diésel en 2025 es como hablar de un walkman en la era de los auriculares inalámbricos: parece que está más pasado que el arroz, pero todavía hay quien lo defiende a capa y espada. Mientras los eléctricos y los híbridos se llevan los aplausos, BMW llega con su nueva Serie 5 y suelta un “el diésel no está muerto, y tenemos pruebas”. El BMW 520d xDrive es la prueba viviente de que este combustible, que a algunos les da urticaria, puede seguir siendo un aliado perfecto para los que ven un viaje de 500 km como un paseíto.

Este pedazo de sedán alemán viene con un motor diésel de 197 CV que lleva un sistema micro-híbrido para gastar menos que un mechero. Pero no es solo cuestión de ahorrar en combustible: el 520d xDrive te hace disfrutar al volante como si estuvieras en una nave espacial, con un tacto suave y una tecnología a la altura de los bávaros. Vamos a ver qué tiene este BMW para seguir apostando por el diésel y si de verdad merece la pena frente a sus primos híbridos y eléctricos, que están tan de moda.

La nueva Serie 5 todavía apuesta por el diésel

El BMW 520d xDrive es un sedán que impone nada más verlo: Mide más de cinco metros de largo y tiene una distancia entre ejes que roza los tres metros, así que parece un Serie 7 que se ha puesto un disfraz más discreto. Lleva un motor diésel de cuatro cilindros con 197 CV y 400 Nm de par, que viene con un sistema micro-híbrido de 48 voltios para gastar lo que un Zippo y contaminar poco. En pruebas reales, se mueve entre 4,9 y 6,8 l/100 km dependiendo de cómo le aprietes, así que con su depósito de 60 litros puedes hacer más de 1.000 km sin parar, perfecto si eres de los que ven 500 km como un viaje de corta distancia.

No todo es el motor: BMW ha trabajado el chasis como si fuera una obra maestra, haciendo que este bicharraco se mueva con una agilidad que no te esperas. La tracción total xDrive y una dirección que parece leer tus pensamientos te hacen sentir que llevas un coche más pequeño, aunque el radio de giro ha crecido 40 cm respecto al modelo anterior. Es un coche que te pide devorar autopistas, con un aplomo y un confort que te hacen olvidar los baches, aunque su peso, unos 100 kg más que el modelo anterior, se note en maniobras más rápidas.

¿Merece la pena frente a las versiones híbridas?

BMW 520d xDrive
BMW 520d xDrive | BMW

Primero, su etiqueta ECO, gracias al sistema micro-híbrido, te deja moverte por las zonas de bajas emisiones sin que te saquen tarjeta roja, y su consumo en carretera (unos 4,9 l/100 km si vas tranquilo) es de los que hacen que un híbrido enchufable quede a la altura de un juguete a pilas. Además parte de unos 68.000 euros, un precio que no está nada mal comparado con sus hermanos electrificados, que se te pueden ir por encima de los 70.000 euros en un descuido.

Claro que el diésel tiene sus cosillas: a velocidades altas, de 160 a 200 km/h, se nota que le cuesta un poco más, como dicen en BMW Blog, y el ruido del motor, aunque está bien escondido, no es tan silencioso como el de un eléctrico. Si haces muchos kilómetros por autopista y no quieres estar buscando cargadores cada dos por tres, el 520d xDrive es un compañero de lujo. Pero si tu estilo es más urbano y te gusta el silencio total, puede que el i5 te guiñe un ojo con su autonomía de hasta 560 km.

Un interior que te hace sentir en primera clase

El interior del 520d xDrive es de esos que te dan gustirrinín: materiales de primera, acabados que parecen hechos con microscopio y una tecnología que te deja con la boca abierta. La doble pantalla BMW Curved Display (12,3 pulgadas para el cuadro y 14,9 para el sistema multimedia) es un espectáculo, con un sistema operativo que funciona más suave que un chupito de orujo, como se destaca en varias pruebas. Los asientos son una nube en forma de cuero, y hay espacio de sobra para que cuatro adultos viajen como reyes, aunque la plaza central trasera sea más bien un castigo.

En resumen, el BMW 520d xDrive demuestra que el diésel todavía tiene cuerda para rato. Es un sedán para los que quieren viajar lejos, con estilo y sin arruinarse en combustible, aunque las versiones híbridas y eléctricas le planten cara.

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