NO ES EL RAV4, PERO SI UNO DE SUS RIVALES MÁS DUROS
Auténticamente Mitsubishi, el híbrido enchufable más exitoso vuelve a la carga
Hubo un tiempo en que Mitsubishi no era sinónimo de SUV de moda, sino de todoterrenos duros como piedras y deportivos como el Eclipse.
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Hubo un tiempo en que Mitsubishi no era sinónimo de SUV de moda, sino de todoterrenos duros como piedras y tecnología aplicada con sentido común. Justo por eso, cuando en 2013 se atrevieron con el primer Outlander PHEV, no fue por postureo ecológico ni por subirse a ninguna ola, sino porque tenía sentido: un coche familiar, con tracción total, capaz de hacer la mayoría de trayectos diarios en eléctrico y sin complicarse la vida.
No era el más rápido, ni el más llamativo, ni mucho menos el más lujoso, pero cumplía su cometido con una honestidad pasmosa, y eso lo convirtió en el híbrido enchufable más vendido de Europa durante años. Mientras otros se peleaban con prototipos y promesas, Mitsubishi vendía miles de unidades cada año, sobre todo a gente que necesitaba un coche de verdad.
Ahora, el Outlander vuelve con traje nuevo, más batería y más razones tras una ausencia que se ha hecho larga, y aunque visualmente ha pegado un estirón y se ha modernizado por dentro, sigue apostando por lo que importa: la eficiencia real y la usabilidad diaria. Nada de modas pasajeras ni efectismos de salón del automóvil.
Un cambio profundo sin perder el norte
Esta nueva generación del Outlander PHEV llega con una plataforma distinta, más grande y mejor afinada, herencia de la alianza con Nissan. Ahora ofrece siete plazas reales, más espacio en las plazas traseras y una calidad percibida claramente superior. El salto es evidente. Mitsubishi ha aprovechado bien el parón para ponerse al día, pero sin renunciar a su esencia.
Bajo el capó hay dos motores eléctricos, uno por eje, y un motor gasolina de 2.4 litros que actúa como generador o apoyo en carretera. La batería ha crecido hasta los 20 kWh, lo que permite superar los 80 kilómetros en modo eléctrico en ciudad y más de 60 en uso mixto. Cifras que colocan al nuevo Outlander entre los mejores de su segmento en autonomía real, no sólo sobre el papel.
Además, mantiene una de sus grandes bazas: la tracción total permanente con reparto activo entre ejes. Esto lo sigue haciendo ideal para climas fríos, pistas complicadas o simplemente para quien no se fía de los SUV que sólo mueven las ruedas delanteras. Y todo sin perder esa suavidad de marcha que siempre lo ha caracterizado, algo que se agradece especialmente en conducción urbana y viajes largos.
Rivales más modernos pero no necesariamente mejores
El gran desafío del nuevo Outlander es volver a ganarse un hueco en un mercado plagado de opciones. El Toyota RAV4 Plug-in ofrece más potencia, un interior más sobrio y una imagen consolidada. El Ford Kuga PHEV apuesta por una conducción más dinámica y un diseño más juvenil. Y finalmente, el Peugeot 3008 juega la carta del estilo y la tecnología a tope, con un interior de los más atrevidos del segmento.
Pero, sinceramente, no son rivales reales para este Mitsubishi porque su planteamiento sigue siendo más bien pragmático: mucho coche por su precio, autonomía eléctrica usable, tracción total de verdad y un confort muy conseguido. Además, la marca promete precios competitivos y un equipamiento cerrado pero generoso, algo especialmente atractivo para flotas, familias o quienes no quieren complicarse la vida con opciones infinitas.
El Outlander PHEV nunca ha sido un coche de pasiones, pero sí de elecciones racionales. Esta nueva versión, aunque más refinada y equipada, sigue esa misma línea. Puede que no te enamore a primera vista, pero si lo pruebas, probablemente te convenza, porque al final, eso es lo que siempre ha definido a los Mitsubishi de verdad: coches pensados para durar, no para lucirse en Instagram.
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