En unas elecciones autonómicas como las que se celebran este domingo en País Vasco, el votante tiene muchas opciones de participar en este proceso democrático: votar por uno de los diferentes partidos, previa consulta de los programas de cada una de las formaciones ; votar en blanco; votar nulo o no votar. Esta última opción puede ser causa de la desafección política, pero en cualquier caso es una opción democrática, dado que en España no es obligatorio el voto. ¿Pero cómo afecta esto en unas elecciones? ¿Y en unas autonómicas como las de Euskadi?

Según el diccionario panhispánico del español jurídico, la abstención se corresponde con la decisión de no participar en unas elecciones en las que se tiene derecho de sufragio. Es un acto voluntario. Con respecto a Euskadi —aunque también se usa en otras comunidades autónomas— está extendida la hipótesis de que la abstención se debe a una escasa oferta de partidos, es decir, los votantes consideran que no existe una opción programática que se corresponda con sus ideas. No obstante, según el director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Carlos III de Madrid, Pedro Riera, este argumento quedaría contradicho en su estudio sobre la abstención diferencial en País Vasco y Cataluña, publicado en 2011 en la Revista de Estudios Políticos.

Para Riera, lo más importante en elecciones autonómicas como las vascas es acudir a "las teorías retrospectivas y prospectivas del voto" para explicar la abstención; es decir, "son las valoraciones que los encuestados hacen de la gestión del Gobierno autonómico y de los candidatos a presidirlo las variables que mejor predicen la propensión de los votantes a abstenerse diferencialmente". Hay que recordar, sin embargo, que para estas elecciones la mayor parte de los candidatos a lehendakari se presentan por primera vez —salvo las candidatas de Podemos y Vox, Miren Gorrotxategi y Amaia Martínez, respectivamente—.

Desde el inicio de la democracia, las cifras de abstención en Euskadi han oscilado entre el 40,3% de 1994, el año en el que se registró un mayor porcentaje de votantes desafectos (hasta las últimas elecciones), frente a 2001, cuando sólo un 21,03% de los electores vascos prefirieron no participar en las elecciones autonómicas. ¿Y cuál fue el resultado de aquellas elecciones? Los resultados de las elecciones de 1994 son los terceros peores que obtuvo el PNV, aunque en aquella ocasión mejoró los datos de los comicios previos: en 1994 consiguió 304.346 papeletas, frente a las 289.701 que consiguió en 1990 y las 271.208 de 1986. No obstante, no logró sumar más de los 22 escaños que ya tenía y que, hasta la fecha, era el menor número de sitios que obtuvo el Partido Nacionalista.

Sin embargo, no fueron buenos tampoco para el PSOE, que se presentó por primera vez con Euskadiko Ezkerra (PSE-EE): los socialistas perdieron más de 28.000 votos y cuatro escaños, su peor resultado en Euskadi desde 1980. Herri Batasuna (HB) también perdió dos escaños (unos 20.000 votos). Para quien 1994 fue un buen año fue para el Partido Popular (PP) de Jaime Mayor Oreja, que rozó los 150.000 votos por primera vez, sumando más de 60.000 papeletas y cinco escaños más a los seis que ya tenían.

Unidad Alavesa experimentó también un considerable crecimiento, casi duplicando sus votos y pasando de tres a cinco escaños, e Izquierda Unida entró por primera vez el Parlamento vasco, bajo la fórmula vasca Ezker Batua, que concurrió de la mano de Berdeak: sumaron cerca de 80.000 votos, consiguiendo seis escaños en su primera irrupción en el hemiciclo.

El peor año de participación, el del Covid

No obstante, 2020 batió todos los récords y en Euskadi se registró el peor dato de participación de la historia: un 49,22% de los votantes vascos optaron por no participar en las elecciones. La mitad. Sin embargo, hay que tener en cuenta las circunstancias: fueron las primeras elecciones que se celebraron en el contexto de la pandemia del Covid, con una serie de medidas de seguridad para garantizar el derecho a voto de los ciudadanos, como las franjas horarias para votar o la obligatoriedad del uso de mascarillas. La situación excepcional de aquellas elecciones llevaron a registrar una baja participación en los tres territorios históricos de País Vasco.

La mayor abstención en los tres territorios históricos se registró en 2020

La mayor abstención de 2020 perjudicó principalmente al PNV, que perdió cerca de 50.000 votos y tres escaños, aunque también a Podemos y PP, que perdieron más de 85.000 y 47.000 votos, respectivamente, lo que se tradujo en perder cinco y cuatro escaños cada uno, quedándose con seis cada partido. El principal beneficiado, sin embargo, fue EH Bildu, que se recuperó ligeramente de la caída experimentada en su segundo año en unas elecciones autonómicas (2016) y recuperó los 21 escaños que había conseguido en su primera incursión como la coalición que es a día de hoy en el Parlamento vasco: 21 escaños.

Los resultados de las elecciones de 2001

La participación electoral en la cita autonómica de 2001 fue la más alta de la historia. Casi un 80% de los vascos acudieron a las urnas. Hubo muchos partidos beneficiados y un gran derrotado: Euskal Herritarrok (EH). Pero hay que regresar hasta hace dos décadas y conocer el contexto político y social que vivía Euskadi entonces: la tregua que ETA había firmado en 1998 se rompió un año y tres meses después y esto provocó que los partidos no nacionalistas se unieran en una especie de frente común para expulsar al PNV de la Lehendakaritza. PSOE y PP se presentaron separados, pero sellaron un acuerdo que luego pasó a la historia: una propuesta para gobernar en coalición.

En aquellas elecciones, en las que la abstención fue mínima, todos los partidos salieron beneficiados, salvo el EH de Arnaldo Otegi. La lectura de los resultados de Euskal Herritarrok, que implicaron la pérdida de más de 80.000 votos y la mitad de los escaños (pasó de 14 a 7), era común. Durante la campaña electoral, ETA asesinó en Zaragoza al presidente del PP en Aragón, Manuel Giménez Abad, cuando se dirigía a un partido del Real Zaragoza con su hijo de 17 años. En la jornada de reflexión de aquellas elecciones, el 12 de mayo de 2001, un coche bomba colocado por la banda terrorista en la céntrica calle Goya estallaba y dejaba una decena de heridos. Otegi no condenó ninguno de los dos atentados. Fue su castigo.

Eso sí, la alta participación, aunque beneficiara a PP y PSOE —con un incremento de un 22% y un 15% en votos, respectivamente—, no frenó el apoyo al PNV: el partido jeltzale, con Juan José Ibarretxe como candidato a revalidar su cargo de lehendakari, capitalizó el voto nacionalista al concurrir de la mano de Eusko Alkartasuna (EA) y prácticamente duplicó su apoyo entre el electorado: de los 21 escaños que consiguió en 1998, en 2001 subió a los 33, consiguiendo el que es, hasta la fecha, el mejor dato del PNV de la historia.

¿A dónde se va el voto del que no vota?

En cada proceso electoral, la abstención tiene un efecto diferente. Sin embargo, en todo tipo de citas electorales hay un nexo común: el voto que no se deposita, no se va para nadie. Y aunque ha habido cifras muy altas de participación, rondando el 50%, nunca una alta tasa de abstención ha invalidado un proceso electoral.

La abstención se puede entender de diferentes formas, pero es imposible saber las causas exactas que llevan a los votantes a optar por no participar en los procesos electorales. Puede haber causas estructurales o técnicas, sociológicas, políticas o de alienación. Puede que un votante no se encuentre en el lugar donde pueda votar y no haya solicitado previamente el voto por correo, o que no tenga ninguna identificación válida en el momento de votar, pero también puede ser que considere que no hay una opción política que encaje con sus ideas o que no esté de acuerdo con la gestión del último partido que ha estado en el Gobierno. Incluso que considere que la democracia no es el camino para formar gobierno.

En cualquier caso, el voto que no se deposita no 'suma' ni 'resta', como sí lo hacen otro tipo de alternativas al voto a un partido específico como son el voto nulo o el voto en blanco.