No hay 'plan B'. Así de claro lo ha dicho Pedro Sánchez: quiere mantener el Estado de alarma hasta el fin de la desescalada. El mensaje de que no existe otro plan va dirigido de lleno a todos los partidos políticos, a los que necesita para las sucesivas prórrogas hasta finales de junio.

Sobre la espalda de los 19 grupos parlamentarios deposita la responsabilidad de que el Estado de alarma, que ha permitido reducir la movilidad y controlar al virus, siga. No hay alternativa, dice el Presidente del Gobierno. O sí. Que las calles se llenen de gente otra vez con el consiguiente riesgo de que el virus vuelva a propagarse. Esa es la presión que Sánchez ejerce sobre los grupos de la oposición.

El Gobierno defiende el Estado de alarma como el mejor mecanismo legislativo para limitar la libre circulación y doblegar la pandemia, argumentando además que es el mecanismo elegido por otros países europeos como Francia o Portugal.

En el Gobierno son conscientes de que su fortaleza política en el Congreso es cada vez menor. En los últimos días, todos los grupos parlamentarios ha subido el nivel de sus advertencias, endureciendo sus críticas por la actitud del Ejecutivo y dejando en el aire el apoyo a la prórroga que se votará en el Congreso el próximo miércoles día 6.

Todos se han quejado de lo mismo: de la falta de diálogo, de que se enteran de las novedades por televisión y de la unilateralidad en la toma de decisiones.

Además, los partidos nacionalistas y socios del Gobierno de coalición, PNV y ERC, han exigido al Gobierno que devuelva las competencias a las Comunidades Autónomas y que tenga en cuenta sus criterios para la desescalada.

Sánchez niega la falta de diálogo y asegura que las conversaciones con los consejeros de Sanidad y con los presidentes autonómicos son regulares. En el Partido Popular mantienen que solo ha habido tres contactos entre Casado y Sánchez: dos llamadas de teléfono y una videoconferencia. Tampoco Inés Arrimadas está satisfecha con las formas del Gobierno.

No obstante, temerosos por si sus planes se truncan, en Moncloa han debido tomar nota y Sánchez ha anunciado que el lunes llamará a todos los líderes políticos de la oposición para hablar sobre las novedades que se votan dos días después en la Cámara baja. En sus manos está que el Partido Popular y Ciudadanos, que siempre han votado a favor de todas las prórrogas, lo hagan también esta semana.

Sánchez tendrá que convencer también al Partido Nacionalista Vasco, su socio prioritario, de que siga a su lado. El jueves pasado, su portavoz de Sanidad, Josune Gorospe, fue clara: "Si quieren seguir mandando, no estaremos para acompañarlos. Quieren ser los 'mandamás' y no tienen mando en plaza".

Ese aviso de los nacionalistas vascos también lo han recibido en Moncloa, y Sánchez ha abierto la puerta a "cogobernar esta transición".

En la última votación de una prórroga, el 22 de abril, el Gobierno obtuvo 269 síes, 62 noes y 18 abstenciones. Sánchez tendrá que superar otras tres votaciones si quiere mantener el Estado de alarma hasta finales de junio. O cambia de actitud o su 'plan A' será cada vez más complicado.