Nuestros políticos deberían elegir los temas por los que merece la pena tirarse los trastos a la cabeza. No todo vale en la refriega partidista. Y no todo es entendido por la opinión pública.

Me había reconfortado escuchar esta semana a Pablo Casado decir que su apoyo al Gobierno con respecto a la crisis abierta en Afganistán es total, al tratarse de una cuestión de Estado.

Durante unos días, el líder del Partido Popular debió de darse cuenta de que nadie, tampoco sus votantes, entenderían sus críticas después de ver cómo nuestras Fuerzas Armadas se están dejando la piel, sin descanso, para evacuar del aeropuerto de Kabul a colaboradores afganos en peligro.

Nadie lo entendería después de ver las caras de las decenas de hombres, mujeres y niños que bajan la escalera del avión que les abre la puerta a una nueva vida lejos de las garras de los talibanes. Pero el tono de consenso le ha durado poco a Casado.

En las últimas horas ha vuelto a cargar contra Pedro Sánchez, diciendo incluso que tendría que haber acudido al Congreso antes de la operación militar, para pedir la autorización de las evacuaciones en Afganistán. La ley, en este caso, no le obliga al Gobierno a pasar por el Parlamento.

Es imposible entender las críticas de la oposición si escuchas los testimonios de los hombres y las mujeres que reciben a los refugiados a pie de pista. Huyen del drama. Respiran aliviados, pero sienten angustia por tener que empezar, de manera abrupta y con tan solo una maleta, la vida lejos de su hogar. Pocas situaciones hay tan dolorosas.

En situaciones así, como las de estos días, es mejor no ver Ministros, ni Secretarios de Estado.

En crisis como las de Afganistán es mejor ver personas, hombre y mujeres, que ponen todo lo que está a su alcance, la estructura del Estado y su esfuerzo y trabajo personal, para que la solidaridad triunfe. Porque estoy segura de que es lo que también haría Pablo Casado si fuera presidente del Gobierno y le tocara sacar del país a las personas que un día ayudaron a nuestro Ejército.

Puestos a soñar, también creo que Sánchez podría haber tenido determinados gestos con el principal partido de la oposición y de alguna manera hacer a Casado partícipe de una operación militar y humanitaria tan importante.

Es increíble que después de tantos días tan difíciles, el presidente del Gobierno no haya llamado todavía a Pablo Casado.

Y también, en un mundo ideal, hubiera estado bien que el Gobierno invitara a Casado a conocer el dispositivo desplegado en Torrejón de Ardoz. Porque quizás así el PP hubiera entendido mejor que no se trata de un éxito del Gobierno, si no de un éxito colectivo como país. Entiendo que son partidos políticos, que persiguen con cada movimiento la rentabilidad electoral y la búsqueda de votos, pero también creo que hay cuestiones que deberían quedar alejadas de burdas estrategias.

Empieza a cansarme que los ciudadanos tengamos que tragar con determinadas prácticas de nuestros políticos, simplemente porque haya que asumir que su único objetivo es ganar las siguientes elecciones.

De la misma manera, ha sido indignante ver como durante días, el Gobierno central y el de la región de Murcia se han tirado los trastos a la cabeza a cuenta de las toneladas de peces muertos que han vuelto a aparecer en el Mar Menor. Parece lógico pensar que ambas administraciones comparten el deseo de que la zona se recupere del desastre ecológico, por eso no se entiende que hayan estado varios días pelándose antes de sentarse a hablar y buscar soluciones.

El ejemplo del buen político lo ha dado esta semana Juan Jesús Vivas, el presidente de Ceuta. Acudió a la llamada de Sánchez en Moncloa para tratar el asunto de la repatriación de los menores marroquíes que siguen en la ciudad autónoma. Salió de la reunión alabando al presidente del Gobierno por su disposición. Le dio las gracias por ocuparse con urgencia de un asunto de suma importancia. Sin importarle que él es del PP y Sánchez del PSOE. Porque Vivas es de esos políticos que piensa más en su ciudad y en el problema que tiene entre manos que en el mismo o en su partido. A ver si aprenden algunos.