Anoche estaba encerrada en el baño, rezando porque las buenashijas se olvidaran de que existía. Confesión de una Malamadre cualquiera después de un puente intenso, muy intenso de 4 días de planes encadenados y la Navidad ya invadiendo nuestro hogar. Pero no por más quejarme quiero yo menos a mis hijas, conste en acta, que nunca se sabe y a veces pienso que el amor de madre es proporcional a los golpes en el pecho que te des y a las veces que nombres a tus hijas en cualquier reunión de amigos, familia o conocidos. Yo que las nombro poco y las muestro menos, me reservo los días importantes para ellas.

Ayer fue un día de esos de ponerme ñoña, aunque vaya en contra de mi religión, y es que ayer 9 de diciembre la buenahija1 cumplía 8 años. Borracha de la emoción que recorría mis venas a punto estuve de compartir en redes sociales una foto de su cara, enajenada por el amor maternal y la persona tan bella en la que se está convirtiendo mi pequeña. Momento de debilidad que estuvo a punto de tirar al traste uno de mis grandes lemas de esta vida digital que a todas y todos nos arrastra. Y es que pensar en todo lo vivido y sentido estos 8 años de nuestras vidas me trastorna un poco, como ustedes comprenderán. La buenahija1 fue la culpable de todo, me convirtió en madre por primera vez, me hizo sentirme Malamadre y gritarlo al mundo y hoy no estaría escribiendo estas palabras si no fuera por ella.

Cuando estaba a punto de darle a "compartir", recordé una conversación de hace unos meses con ella:

- "Mamá, ¿por qué no enseñas mi cara en instagram? ¿No estás orgullosa de mí?" Sabía que esta pregunta llegaría tarde o temprano, pero como todas las preguntas importantes que hacen las hijas y los hijos a sus madres o padres, las respuestas nunca están preparadas tiempo. Nos pillan sin esperarlo, el día menos pensado, el día que estamos más cansadas y con menos ingenio. Pero respiramos y nos enfrentamos a ellas con los argumentos que tenemos a mano.

- Claro que estoy orgullosa de ti. Pero quiero protegerte y que seas dueña de tu intimidad. Y cuando seas lo suficientemente mayor tú decidas, sabiendo que siempre hay que guardarse lo más personal para nosotras mismas. Porque el amor compartido en instagram no es más amor. Porque la felicidad compartida en instagram no es más felicidad.

Me miró, me dio un beso y siguió dibujando en su libreta azul. No creo que me entendiese al 100%, pero fueron las palabras que me salieron en ese preciso instante.

Muchas Malasmadres piensan que no comparto sus caras en instagram por el número de seguidores que tengo ahora, pero no es así. Desde que nacieron, el buenpadre y yo decidimos que no queríamos que ellas estuvieran en redes sociales sobreexpuestas. No queríamos que fueran víctimas del conocido 'sharenting'. Igual que de mí comparto lo que decido yo misma, no queremos que cualquiera pueda acceder a su intimidad, a su día a día, saber a qué colegio van, qué extraescolares hacen o qué les pone tristes.

En esta vida de la inmediatez, la conectividad y las redes sociales que vivimos y que tanto bueno nos dan tenemos que diferenciar muy bien entre lo que compartimos para ayudar, disfrutar, reírnos, reflexionar, debatir… con lo que compartimos solo para exponernos sin más porque eso nos hace vulnerables y traspasa la línea a la intimidad, esa que solo nos pertenece a nosotras mismas. Yo puedo elegir libremente hasta donde mostrar, respondiendo a mis valores y manera de vivir las redes sociales, pero me parece irresponsable hacerlo por ellas.

Porque entonces ellas el día de mañana ya no podrán decidir si quieren o no compartir con el mundo ese lunar que tienen junto al ombligo o ese miedo que tiene a la oscuridad porque sus padres ya lo habremos hecho. Ya será tarde porque ya lo sabrá todo el mundo con solo googlear sus nombres.

No creo que lo esté haciendo mejor que nadie ni creo que tenga la verdad en mis manos porque sé que todas las madres y padres queremos proteger a nuestros hijos e hijas, simplemente creo que ayer no me dejé llevar por un impulso de amor sin más. Como otras veces, paré un momento y antes de "compartir" pensé por qué lo estaba haciendo y para qué, reflexionando y siendo coherente conmigo misma y con lo que quiero que ellas piensen de mí el día de mañana. Seguramente me echaran en cara mil cosas pero no podrán decir que son parte de ese "81% de los bebés que tienen presencia en redes sociales antes de los seis meses" porque creo que se nos está yendo de las manos y toca parar a reflexionar antes de darle a "compartir" sin más.