Si Clara Campoamor y muchas sufragistas de la época levantaran la cabeza, estaríamos ante la mayor revolución porque no se puede aguantar tanta sin razón y declaraciones torpes a cerca del feminismo.

¿Dónde quedó el feminismo como movimiento social y político para mover al Gobierno a promover leyes que cambiaran la realidad social de desigualdad entre hombres y mujeres? En esta crisis de identidad que estamos viviendo a diario, la única esperanza en mi opinión es que lo personal fuerce a lo político.

¿Tan pronto vamos a olvidar los cuadernos de quejas de las mujeres del siglo pasado donde se unían a volcar sus peticiones para tener voz y dejar de ser invisibles? Ahora el feminismo va de otra cosa, se ha puesto de moda y ¿para qué queremos más? Ahora lo que cuenta es ponerse una camiseta con un lema, si es en inglés mejor que mejor: I’m feminist y quedarte sentada en tu posición de poder, donde no hace frío y todo va a seguir yendo bien, pase lo que pase.

Ahora lo que cuenta es ponerle apellidos al feminismo para dejar claro que tú no eres igual que esas otras locas feministas, que gritan y se exaltan por todo o gritar a los cuatro vientos “eso no es feminismo” porque tú no eres de esas acomodadas, tú luchas a diario y ellas no se merecen llevar el lema del feminismo allá por donde pisan.

¡Despertemos!

No debemos permitir que ningún partido político se apodere del feminismo. Porque el feminismo va más allá de la política, le pese a quien le pese. El feminismo está en la calle. El feminismo está en el día a día de millones de mujeres que tienen que demostrar el doble para ser valoradas en sus puestos de trabajo, mantenerlos contra viento y marea cuando se quedan embarazadas y encima ver como sus homólogos masculinos ganan más, mantienen las sillas y le adelantan por la derecha al llegar los 40, sin posibilidad alguna de ascenso o mejora profesional.

Pero claro, luego doy la vuelta a la esquina y sigo escuchando a mujeres criticar a otras mujeres que se cogen reducciones de jornadas, que deciden libremente frenar sus carreras y que quieren ser respetadas por no querer renunciar ni a ver crecer a sus hijos/as ni a su carrera profesional. ¿Cuándo vamos a dejar de mirarlas a ellas y cuándo vamos a empezar a pedirles cuentas a ellos? Lo que les faltaba es que nos vean discutir y dividirnos por ver quien es más feminista. ¿Cuándo vamos a obligar a los hombres a ser feministas y ejercer como tal luchando por la igualdad día a día? Luchando por hacer equipo con las mujeres en el hogar y también en el mercado laboral. ¿Cuándo? Si seguimos así, responsabilizando solo a las mujeres, preguntando solo a las mujeres, presionando solo a ellas, a nosotras mismas, mirándonos por encima del hombro, sintiéndonos mejores o más fuertes, sin entender que la lucha del feminismo tiene que ser por ti, pero no solo por ti, por ella, por todas, por nosotras y por las que vendrán, poco vamos a avanzar.

Por favor políticas de este país no quieran abanderar el feminismo y politizarlo porque eso solo nos divide y aleja de la igualdad anhelada. Céntrense en representarnos a todas de una vez, en presionar en sus mesas de decisión para trabajar en programas de igualdad, conciliación y oportunidades para la mujer que sean transversales y que conecten con la realidad social que está ahí fuera, donde cuesta llegar a fin de mes, donde cuesta ser madre y profesional, donde cuesta seguir luchando y donde no somos iguales.