Evolucionamos, avanzamos, las madres y los padres de esta generación tenemos clarísimo que queremos educar emocionalmente a nuestros hijos e hijas. Leemos, nos formamos, nos cuestionamos y nos acercamos a nuestra crianza y educación con el pensamiento crítico que el futuro que tenemos a nuestro lado merece. Pero, en contraposición, el sistema sigue sin cambiar sus estructuras y su modelo de educación. El sistema laboral se aferra, con uñas y dientes, a un modelo presencial obsoleto y mira de soslayo, como si con él no fuera, la jornada de 32 horas o la bendita flexibilidad. El sistema político, pues ya vemos, promete y legisla sin entender la realidad social ni comprometerse con las necesidades de la calle, mientras las familias cargan con la culpa de los malos resultados en educación o con la insostenible conciliación cuando las escuelas están cerradas. Si la conciencia social evoluciona, pero nada cambia, las desigualdades se disparan.

El lunes, con la emoción de la vuelta al cole, por fin, por aquí en Andalucía, solté:

-¡Bendito cole! Y qué bien que en el de mis hijas no haya adaptación.

Y se lió la marimorena. Pero no solo dije eso. Dije:

-Creo que lo ideal es que la adaptación sea voluntaria. Dependiendo del niño/a y sus necesidades, haya opción de adaptar el inicio del cole.

Pero claro, esto es un discurso poco aplaudido porque lo que nos dicen las expertas, y con razón ojo, es que tenemos que acompañar emocionalmente a los niños y a las niñas en todos sus procesos, cambios, inicios y cómo no hacerlo en los primeros días de colegio con lo que supone para ellos: personas desconocidas, dinámicas nuevas…

Yo siempre parto de la base de que cada madre va a querer lo mejor para sus hijas e hijos, entonces no pongo en duda su amor porque la adaptación no solo depende de lo que tú quieres. El famoso "si quieres, puedes" llevado también a la adaptación escolar. Imaginemos las realidades de la mayoría de las familias. Después de superar, haciendo malabares, los juegos de la conciliación en verano, llegan derrapando a septiembre y reciben el horario de la primera semana e incluso, en algunos colegios, la segunda semana, con horarios partidos. En infantil pueden comenzar a ir una hora, dos horas y así progresivamente. Por no entrar en el tema institutos porque, claro, los niños y las niñas con 11 y 12 años ya son adultos autónomos que pueden ir solos por la vida… (léase con ironía).

Pero, volvamos al tema, ¿qué familia se puede permitir una adaptación por horas? Pocas o ninguna. Al final, más sobrecarga para las madres, que renuncian a su empleo, piden permisos sin sueldo, se cogen las vacaciones esos días y pierden salud mental por el camino. Las que puedan contar con las abuelas y abuelos, delegarán esta tarea en ellos. Y las que puedan pagar un colegio más flexible también lo harán. Porque, no nos olvidemos, las familias en España trabajan.

-¿Y el mercado laboral piensa en esto? Cuando en España se deniega la adaptación de jornada cada día y la flexibilidad laboral brilla por su ausencia.

-¿Y los Gobiernos piensan en esto? Cuando los permisos de 8 semanas, aprobados en junio, no son remunerados ni se están concediendo a las madres que lo solicitan, por falta de desarrollo de la norma. ¡Pero si ni la seguridad social sabe cómo aplicarlos!

Entonces, yo lo único que digo es que es muy bonito pensar en una vuelta al cole respetuosa con nuestros niños y niñas, adaptándola a todas las necesidades, permitiendo que las madres (y los padres) entren en el aula, abracen a sus niños y los acompañen en este viaje maravilloso que es su educación. Pero ¿cuál es la realidad social? Porque una educación respetuosa solo está al alcance de unas pocas familias. Las demás seguirán "usando" las escuelas como lugar donde sus hijos e hijas están mientras ellas trabajan y sacan adelante el mes, la compra, la hipoteca y todo lo necesario para vivir.

No generemos más frustración y culpa a las madres que ven en la no adaptación un respiro para por fin comenzar a tener una rutina en su día a día, después de tres meses de vacaciones que han encajado como han podido, con el coste económico y personal que supone, pongamos la mirada hacia los gobiernos que dan la espalda a las escuelas, les quitan recursos cada año porque la educación pública no interesa. Porque se fomenta la desigualdad. Porque los hijos y las hijas de los políticos y políticas de este país seguirán yendo a colegios privados, a los que la mayoría de las familias no pueden acceder, con sus normas propias, con sus protocolos propios, para crear a los líderes del futuro. Mientras, el resto, se partirá el pecho para romper los obstáculos sociales de un mundo que no quiere que pensemos, nos formemos y exijamos nuestros derechos.

Ánimo a todas las madres que están encajando la adaptación de sus niños y niñas, como buenamente pueden, que cuando les dejan y se dan la vuelta algo se rompe dentro de ellas, pero que no tienen ni tiempo de pensar si la adaptación es buena o mala porque tienen que comenzar el día, las prisas y sacar adelante su trabajo, dentro y fuera de casa, y soñar con que algún día puedan sacar un ratito para ellas.