Diría que estamos en la recta final de las comilonas y grandes cenas de las Navidades, pero mentiría. Ya han empezado con algo que también es igual de tradicional: las cenas de empresa, de amigos, de antiguos compañeros. A pesar incluso de que las cifras de contagios de la variante ómicron crecen creando una sexta ola de contagios, directamente proporcional al miedo a contagiarnos.

Aunque no es la única preocupación de estas fechas. Hay otra que se repite todos los años y es con cuántos kilos de más vamos a acabar estas fechas. Si ahora en los periódicos y medios de comunicación ya vemos noticias que auguran un aumento de peso de entre 2 y 5 kilos, incluso nos dan consejos para que no sea así, el enero, una vez pasado el Día de Reyes, aparecerán las otras noticias: cómo perderlos. Parece que ya es otra tradición Navideña.

Realismo en Navidades

No hay una noticia que no me lea cuando se anuncian como la “solución” para no engordar en estas fechas. Quien dice noticias, dice consejos de influencers, nutricionistas mediáticos o cualquiera que se ha colgado el mismo el cartel de “experto” en nutrición (o que al menos sabe mucho porque a él le va bien). Y el resultado la mayoría de las veces es el mismo: cuñadismo en estado puro.

De todos los consejos, he de confesar que los que más me gustan son los que ofrecen alternativas saludables para poner en la mesa los días clave: Nochebuena, Navidad, Nochevieja o Año Nuevo. Un desfile de “comistrajos” a base de crear versiones que se parecen a lo que quisiéramos comer, pero a base de otros alimentos más sanos. Si soy sincero, no he visto en mi vida más formas de utilizar la avena, los dátiles, el cacao puro o los frutos secos en mi vida.

Mazacotes de masas que imitan tartas, pseudoturrones que a la vista son bonitos, pero que tienen pinta de empastar las muelas, o “mousses” de fruta edulcorados con canela que, por muy adornado que lo pongas, es lo que es. Y mi reflexión es siempre la misma: ¿de verdad es necesario todo esto para cuidar tu peso? ¿De verdad quien lo recomienda pone eso en la mesa a su familia un día de Nochebuena? ¿O simplemente están cumpliendo el expediente para seguir siendo “faros” de lo saludable para sus seguidores, lectores y oyentes?

Seamos sinceros, honestos y realistas: hablamos de 2 cenas y 2 comidas, una comida más si solemos juntarnos el día de Reyes, contra el resto de los días que comemos una media de entre 3 y 5 veces. El impacto que tiene “pasarse” (con cabeza, por supuesto) en esos momentos contra el resto de la semana no tiene tanto peso como el que pensamos. El problema no es lo que comemos en esos momentos, es lo que comemos el resto de los días

Como he visto en redes a un compañero nutricionista (que confieso que me ha encantado la frase): lo que debe preocuparte no es lo que comes de Nochebuena a Reyes, si no lo que comes de Reyes a Nochebuena.

Todo lo que engorda no es comida

Por eso hoy quiero hablar de las navidades desde otro punto de vista: de lo que no es comida. De otros hábitos no tan saludables que adoptamos estos días y que también tienen influencia en el peso y, a lo mejor, no somos tan conscientes. Porque este año me he propuesto no dar “la matraca” con qué comer o qué no comer estos días.

Dormir. Poco hemos hablado de los hábitos de sueño. Algo que se suele trastocar estos días, donde trasnochamos y nos levantamos más tarde de lo habitual. Y, aunque no sea ese nuestro caso, quien más y quien menos interrumpe y altera su patrón habitual del sueño. Y, con ello, los patrones secreción de hormonas, las cuales, también tienen un papel importante en el control del peso corporal. Lo que lleva a recordar la importancia de dormir el tiempo y con la calidad suficiente estos días de la misma forma que hacemos con las comidas. Es decir, es normal trasnochar los días señalados, pero el resto, intentemos seguir nuestras buenas costumbres.

Compensar o ayunar. Algo que también destaca en navidad. Como nos hemos pasado, al día siguiente nos quedamos cortos. Lejos de tener el efecto que pensamos, suele tener el efecto contrario. Primero porque el hambre “se acumula”. El cuerpo segrega hormonas para avisarnos de que necesitamos comer, y si no las hacemos caso, seguiremos segregando hormonas y acumulándose. Lo que se traduce en ansiedad, por lo que devoraremos la próxima vez que nos llevemos algo a la boca, y el cuerpo habrá activado los mecanismos de creación de reservas grasas.

Sedentarismo. Nos movemos más, pero hacemos menos deporte. Vamos y venimos a por regalos, a casa de nuestros padres, hijos y cuñados, salimos a ver las luces que decoran las ciudades. Pero se nos olvida hacer actividad física de calidad. Nos hacemos sedentarios cansados de pasear. No voy a recordar que la actividad física es tan importante como la nutrición. Pero es otro punto que solemos olvidar estas fechas.

Este año plantéate las cosas de otra manera: los días clave, disfruta con cabeza (no se trata de comer hasta reventar ni que sea un día de “permiso” para comer y beber para el resto del año, simplemente come y disfruta), el resto de la semana vuelve a tu normalidad con la dieta, y fíjate más en descansar, hacer actividad física, dormir y plantéate que tus hábitos tienen que durar todo el año. Vete pensando que enero este año no vas a hacer ninguna dieta.