Pegarse con la realidad y creer que en la política se tiene en cuenta lo que debería de ser y no lo que no es es un mal endémico de la izquierda que suele maltratar la paciencia del votante creyendo que su voto le pertenece. Es de sobra conocido que la izquierda juega con las cartas marcadas, pero precisamente por eso una vez que comienzas la partida es necesario no enseñar las pocas que tienes sin marcar.
El resultado en Extremadura es un desastre para el progresismo porque su mayor enemigo moral, la extrema derecha, ha salido fuerte y envalentonado. Un drama que no se puede evaluar con subidas pírricas.
Presentar como candidato a Miguel Ángel Gallardo es un tiro en el pie. Una jugada nefasta solo equiparable en los últimos tiempos a la idea que tuvo el peronismo de presentar como candidato a Sergio Massa siendo el ministro de Economía de un gobierno con una inflación del 140% contra un candidato como Javier Milei centrado únicamente en la política económica.
Solo es comprensible desde la más absoluta inopia llevar a cabo estrategias que sabes que van a funcionar mal. En política hay situaciones que son imponderables y difíciles de evaluar, pero es muy sencillo evitar aquellas medidas que sabes que van a funcionar muy mal.
No importan los motivos por los que haya sido imputado, no importa que sea injusto, ni que creas que ha sido una campaña de bulos de la derecha, lo único que importa es que al presentarlo estás debilitando tus opciones. Han apuntado a una pieza y la han dejado herida y sin capacidad de ataque, así que lo razonable es apartarlo e intentar presentar a alguien limpio de cargas para poder dar una batalla con condiciones de ganarla o, de al menos, librarla con seguridad y posibilidades.
El mayor problema que tiene una desbordada y vapuleada izquierda es el de hacer que sus votantes tengan razones para ir a votarlos. No importa lo que haga la derecha y la extrema derecha, importa cuáles son sus decisiones y es en lo que tienen que fijarse, porque además es lo que está en sus manos.
El votante de izquierdas está agotado y desconcertado. No sabe qué hacer y tiene la sensación de tener que soportar sobre sus hombros la responsabilidad de parar a la extrema derecha sin el apoyo de quienes le piden el voto. No solo sin que le ayuden, sino riéndose de ellos mientras le cargan esa presión.
La situación de Extremadura es la precursora del inicio de una degeneración que parece no tener final. Es la primera vez que se abren las urnas después de los casos de corrupción del PSOE y es indudable que es lo que más peso ha tenido en los resultados extremeños.
La derecha y la extrema derecha suman el 60% de los votos en Extremadura. Hace dos años sumaron el 47% de los votos. La derechización es galopante gracias a la abstención masiva de un electorado de izquierdas desfondado que ya no cree en nadie. El hundimiento absoluto del PSOE no lo capitaliza Unidas por Extremadura porque el PSOE cae 14 puntos y Unidas por Extremadura sube 4 puntos.
El PSOE ha perdido 110.000 votos con respecto a 2023 y Unidas por Extremadura ha subido 16.000. Estoy seguro de que habrá quien haga una lectura voluntarista y triunfalista que crea que esto es un éxito cuando en una población como Talayuela en Cáceres con un 30% de población inmigrante, la que más en Extremadura, la extrema derecha ha subido 25 puntos. En la izquierda somos capaces de celebrar que estamos muertos pero contentos.
Es un drama absoluto lo que ha ocurrido. Sin lecturas optimistas. La enseñanza prioritaria es que la percepción social del castigo funciona por bloques y afecta a todos en mayor o menor medida. Si no consigues capitalizar un hundimiento de tal calibre del PSOE no se puede hacer una lectura positiva por mucho que hayas mejorado tus datos porque ubica un techo que hace solo diez años era impensable.
Participar durante ocho años en un gobierno de coalición en minoría en España es una losa que no van a poder quitarse las izquierdas ni haciendo las cosas bien en los territorios como es el caso de Irene de Miguel. Si alguien tiene que leer Extremadura en clave nacional es toda la izquierda. Más les vale. Más nos vale.



