Los colegios electorales han cerrado tras la jornada votación de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales argentinas. La participación ha sido del 78%, según el dato proporcionado por la Cámara Nacional Electoral, aunque el porcentaje puede aumentar, ya que la legislación electoral estipula que quien esté en la fila a la hora del cierre podrá ejercer su derecho. En la primera vuelta votó el 74%, según los datos oficiales.

Este dato de participación es sensiblemente inferior al 77,6% de las elecciones generales del 22 de octubre, cuando se elegían también a los representantes en el Poder Legislativo. La participación en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto en cambio fue del 31%, un récord histórico.

Las encuestas apuntaban también a un aumento de la participación y habían indicado que un incremento de los votantes beneficiaría al candidato ultraderechista, Javier Milei. El récord de participación desde la restauración democrática fue precisamente en las elecciones de 1983 y 1989, las primeras y segundas tras la dictadura, cuando votó más del 85% del padrón.

El mínimo fue durante la crisis económica y política de 2001, cuando bajó por debajo del 80%. En este sentido, cabe recordar que el voto en Argentina es obligatorio, salvo por causa justificada como enfermedad y que la ausencia está castigada con una multa de 50 pesos (12 céntimos de euros) y podría llegar hasta los 500 pesos (12 euros) si es reiterativo.

El perfil de los candidatos

Abanderado de los denominados libertarios, Milei ha centrado la campaña en señalar a la política tradicional y a su clase dirigente, a la que define como casta, como principal responsables de los males de Argentina. Sin embargo, el apoyo de Patricia Bullrich tras la primera ronda ha provocado que haya rebajado el tono. En materia social Milei no deja espacio a la duda y ya ha dejado claro, a veces con más histrionismo del que se le presupone a un líder político, que si de él dependiera reduciría el papel del Estado hasta el punto de justificar votar en contra de una ley que detecta cardiopatías congénitas en los bebés antes de nacer porque supondría más gasto público.

"Yo soy liberal libertario, filosóficamente, soy anarquista de mercado", dijo en una ocasión. Se ha mostrado contrario al aborto, incluso si el embarazo viene de una violación, pero sí le parece buena idea crear un mercado para promover la compraventa de órganos. Defiende dolarizar la economía y ha cuestionado la cifra oficial de 30.000 desaparecidos durante la última dictadura. Una de sus últimas polémicas ha sido su defensa durante el debate del domingo de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, por quien siempre ha sentido una gran afinidad y a quien calificó de "gran líder", lo que ha provocado el rechazo, por ejemplo, de colectivos de veteranos de la guerra de las Malvinas.

Por su parte, Massa ha estado lidiando con la paradoja que supone ser responsable de las finanzas de un país que pasa por uno de sus peores momentos económicos y candidato de la fuerza que aspira a estar otros cuatro años en el poder, apelando de nuevo de manera particular a la clase trabajadora, sector al que acude tradicionalmente el peronismo para lograr conseguir votos.

Unas elecciones inciertas

La cita de este domingo está marcada por la sorpresa que supusieron los resultados de la primera vuelta electoral, en la que los vaticinios de un Milei vencedor -al igual que en las primarias de agosto- saltaron por los aires cuando Massa logró sacarle casi siete puntos porcentuales. Así, en esta segunda vuelta está por ver también cómo influirá la movilización por rechazo que suscitan uno y otro candidato y por quién se decantará el 23 por ciento que votó en primera ronda por Patricia Bullrich, quien al anunciar su apoyo a Milei desencadenó una ruptura con algunos partidos que formaban la coalición Juntos por el Cambio, los cuales se declararon neutrales, así del resto de fuerzas.

La Unión por la Patria de Sergio Massa logró más de 9,6 millones de votos en primera ronda gracias en parte a su gran resultado en la provincia de Buenos Aires, una de las regiones con mayor población y cuya suma superó a los resultados conjuntos de Bullrich y Milei. El peronismo mantuvo su hegemonía electoral, pero perdió apoyo con respecto a las anteriores elecciones, siendo aquellas partes del país con menores rentas su principal caladero de votos, mientras que los 8 millones de votos que logró La Libertad Avanza del ultraderechista Milei fueron más transversales.

Sea quien sea quien logré mudarse a Casa Rosada, deberá lidiar con la enésima crisis financiera de un país cuya inflación se prevé vuelva a superar máximos históricos y en medio de una fuerte polarización fruto de la irrupción de esa tercera vía ultraliberal y conservadora que representa Milei.