La emisión del formato televisivo similar a Sálvame que TVE comenzó a emitir provocó una desairada reacción por parte de la derecha española y de algunos otros sectores no tan reaccionarios protestando porque con dinero público se convirtiera la cadena en una pocilga y contenedor de la basura televisiva más hedionda. Si bien no soy consumidor de este tipo de televisión hace mucho que dejé de pensar que los periodistas de actualidad y políticos meamos colonia y somos mucho mejores que aquellos que se dedican a desentrañar las bajas pasiones del famoseo patrio. Personalmente no me gusta demasiado que el dinero público de TVE se dedique a esos contenidos, pero muy lejos estoy de despreciar de manera clasista a quien trabaja en esos formatos y consume ese tipo de programas, más aún después de ver los argumentos dados por periodistas que se precian de llamarse serios para justificar el cotilleo de los mensajes de Ábalos en la primera plana de El Mundo.
No hay diferencia alguna entre La familia de la tele con Belén Esteban y Kiko Matamoros destripando las bajezas personales de quien le pongan por delante del faranduleo y la vorágine de la que hemos participado todos los periodistas que cubrimos la política con los mensajes privados entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos con secundarios de fondo.
Porque por mucha trascendencia que los autores de las noticias le quieran dar, por mucho que queramos justificar con teorías peregrinas la importancia política y el interés público de semejante exclusiva no pasa de ser cotilleo, salseo, morbo por ver cómo se califican entre ellos en privado y con qué insultos se vituperan cuando están en la esfera privada y dejan de lado los formalismos y la hipocresía pública.
No, no es de interés público y político saber que Pedro Sánchez califica de "pájara" a Margarita Robles porque usa en su favor el estamento del ejército y no se quita el uniforme ni para dormir. No, no es de interés público y político saber que Pedro Sánchez considera estulto a Pablo Iglesias por querer sacar rendimiento a decisiones que se tomaban en el ejecutivo. No, no es de interés público y político saber que María Jesús Montero llamaba "tronco" a José Luis Ábalos cuando formaban parte del gobierno. Entiendo que para justificarnos ante nosotros mismos y la audiencia queramos vender como análisis de alta política que llevamos toda la semana comentando chascarrillos insustanciales emanados de mensajes privados protegidos por el secreto de las comunicaciones. Es normal que lo hagamos, porque si no estaríamos reconociendo que se puede violar un derecho fundamental solo para echarse unas risas sobre lo cursi de las conversaciones o los insultos gongorinos con los que se expresan. Pero no, solo es Sálvame edición Moncloa, no pasa nada, reconozcan que les pone, que les gusta acceder a la privacidad de los demás, que todo vale para desgastar al gobierno, que les pondría hacer una edición deluxe con José Luis Ábalos explicando el daño y la traición personal que siente al ver cómo sus antiguos amigos le han dejado solos. La política es en la mayoría de las ocasiones carnaza propia del antiguo Tómbola.
La prensa rosa no es menos rosa que la que se hace muchas veces en las primeras de los periódicos que se precian de ser serios a sí mismos. Pero no hay menos dignidad profesional en lo que hace María Patiño que en la vorágine moralista y de pornografía de la intimidad de unos mensajes privados publicados como si fueran el Watergate y que no pasarían de ser página par de una edición random del Diez Minutos donde el último escarceo amoroso de los protagonistas de la isla de las tentaciones tendría preferencia. Nos tomamos demasiado en serio y esta semana hemos dado un espectáculo dantesco en el que solo ha faltado el director de El Mundo haciendo el chuminero.