El conocimiento y la información son saber y poder. También en el campo y terreno de la sexualidad. Por ello, una de las claves más importantes para prevenir conductas de riesgo es recibir una buena educación sexual, mejor dicho, una buena educación afectivo-sexual, tal como apuntan todas las especialistas consultadas por laSexta.com. Desde las familias y por supuesto también, desde las escuelas.

"Cualquier tipo de formación implica tener conocimiento sobre algo y eso ya da pie a que se puedan mejorar muchas cosas, y a prevenir, por tanto, muchas conductas y situaciones de riesgo relacionadas con los comportamientos sexuales", afirma María González de la Iglesia, doctora en Psicología y miembro de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía (AAP).

Por lo que es importante "recibir y entender la sexualidad con pleno conocimiento de lo que implica realmente, como un constructo biopsicosocial. Esto es, la parte física, biológica y reproductiva, pero también y sobre todo, la parte de los afectos y de las emociones, del vínculo con los demás, de la empatía, del respeto, de la igualdad, de los límites y de lo que son las relaciones sanas, olvidándonos de los viejos mitos del amor romántico en los que todavía creen muchos adolescentes", afirma la experta.

"Porque sabemos que si las cosas no se hablan y se ocultan, generan mitos y desconfianza y ello te expone ante situaciones más vulnerables, porque sencillamente no se conoce y no se es capaz de comunicarse de manera asertiva", explica por su parte la Dra. Francisca Molero, médica, sexóloga, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS) y portavoz de la plataforma Asignatura Pendiente (un espacio para ayudar al desarrollo curricular de la educación sexual dentro de lo que es la ley de educación, así como a las diferentes asociaciones de padres y madres que quieran formación sobre el tema).

Por ejemplo, si los jóvenes tuvieran más información sobre todo lo referente a la sexualidad y a las relaciones afectivo-sexuales (no sólo lo referente a las medidas de protección), "no tendrían la pornografía como modelo de referencia —o como uno de sus modelos de referencia— porque tendrían con qué comparar, porque sabrían que eso es sólo ficción y que no es la realidad de las relaciones", apunta Molero. No olvidemos que en todo aprendemos por modelos y los y las jóvenes necesitan otros modelos para comparar, sobre todo en un tema tan importante como la sexualidad".

Nuestros jóvenes acceden a la pornografía a edades más tempranas y es un tema que según los expertos, cada vez preocupa más a las familias. Y así y según el informe '(Des)información sexual: pornografía y adolescencia' de Save the Children —publicado en 2020—, los jóvenes acceden por primera vez a los 12 años y el 68,2 % consume sus contenidos de forma frecuente. Pero también, y según este trabajo, el 53,8% de las personas encuestadas ha accedido por primera vez a la pornografía antes de los 13 años y un 8,7% antes de los 10.

"Estamos viendo a muchos adolescentes con comportamientos muy machistas y muy radicales y es que si educamos en más empatía, en el respeto y en lo que son las relaciones sanas, seguramente la pornografía no sería el modelo de los adolescentes", añade González de la Iglesia. Por ello es muy importante "hablar de todo y generar un clima de confianza con nuestros hijos".

Las familias, clave en la educación afectivo-sexual de los hijos

"La sexualidad no debe ser un tema tabú en las familias, aunque es cierto que todavía da mucho vértigo hablar sobre ello. Pero hay que proporcionar información correcta y adecuada a nuestros hijos e hijas, en función de su edad, en un clima de comunicación, confianza y prevención de riesgos para que puedan vivir su sexualidad de una forma positiva, reflexiva y responsable", asegura Diana Díaz, directora de las Líneas de Ayuda de la Fundación ANAR.

Porque "sabemos que cuando alguien tiene una buena educación sexual sabe donde están los límites, conoce mejor sus propias necesidades y las necesidades del otro, tiene más empatía hacia los demás y sabe tomar decisiones más responsables", señala Silvia Cintrano, directora de la unidad de sexualidad del Instituto Centta y autora del libro 'In Fraganti. Hablemos de Educación Sexual'.

Cuando alguien tiene una buena educación sexual sabe donde están los límites, tiene más empatía hacia los demás y sabe tomar decisiones más responsable

Silvia Cintrano, psicóloga y sexóloga

Las familias son clave en la educación de los pequeños, también por tanto, en conocimientos sobre sexualidad porque "la familia es nuestro primer entorno social, nuestro primer modelo de referencia. Lo que vemos en casa es lo que más se nos queda", explica Cintrano.

Por ello es importante que los padres y las madres hablen con sus hijos "con naturalidad y con un lenguaje adaptado a cada edad y a las necesidades de cada ciclo vital. No es lo mismo hablar con un pequeño de 6 años que con un preadolescente o con un adolescente", añade la experta, reivindicando la importancia de abordar estos temas desde la infancia y desde la cotidianidad de las situaciones del día a día, que las conversaciones surjan, no hace falta buscar momentos concretos: podemos aprovechar para ello las series de TV o alguna película que veamos juntos.

Por ejemplo, "a los niños o niñas más pequeños hay que enseñarles a que conozcan su cuerpo, que entiendan que hay partes de su cuerpo que forman parte de su intimidad. Enseñarles a reconocer que ellos tienen derecho a tener su intimidad y que hay zonas de su cuerpo que son sólo suyas, ayudará también a reconocer situaciones de riesgo de posibles abusos que puedan tener", sostiene.

"Además está comprobado que el agresor se disuade (porque normalmente los agresores de abusos sexuales en la infancia son adultos de confianza) cuando los niños dicen 'no' o ponen límites", añade Díaz. Para ello, para explicar que su intimidad les pertenece, las familias podemos apoyarnos en herramientas o en recursos como por ejemplo, el cuento de 'La regla de Kiko', un material didáctico del Consejo de Europa, enfocado a la prevención del abuso sexual en la infancia.

También y relacionado con lo anterior —señala Díaz— es muy importante enseñar a los niños a diferenciar entre los llamados secretos buenos y secretos malos: "Los secretos buenos no nos hacen sentir mal, los malos sí, por ello, los malos no se deben ocultar".

Por otro lado, y siempre en base a la edad correspondiente para cada conocimiento, es importante explicarles los cambios físicos que va a sufrir su cuerpo, que forma parte del desarrollo humano, con todo la implicación social y psicológica que ello conlleva. Y así ir poco a poco, según vayan pasando etapas, hablando con naturalidad y confianza de estos temas. "Lo importante es mostrarles a los niños y adolescentes la confianza de que pueden contar con nosotros si tienen alguna duda o si necesitan contar alguna situación que les ha sucedido".

Formación y herramientas para las familias

"Las familias no tienen por qué saberlo todo ni tienen que saber cómo hacerlo, por ello, podemos ir buscando información sobre ello, al igual que buscamos información, por ejemplo, sobre el mejor método educativo para nuestro hijo o la mejor alimentación", señala Cintrano.

Es más, si no sabemos alguna pregunta que nos hagan nuestros hijos, podemos buscar con ellos la respuesta. "Ello va a fomentar que el menor se sienta escuchado, validado y sienta que sus inquietudes cuentan", añade.

En esto, las escuelas de padres y madres son indispensables, que se les ofrezca información y ayuda para saber manejar esta educación que todavía nos da mucho reparo. "Pero al final, la mejor prevención siempre es la comunicación", sostiene Díaz. Aunque también existen otros espacios, como los teléfonos o el chat de ayuda de la Fundación ANAR, donde los padres también pueden consultar todas las dudas que tengan acerca de cómo hablar mejor con sus hijos e hijas sobre estos temas.

Es clave que se dé formación y ayuda en las escuelas de madres y madres porque la mejor prevención siempre es la comunicación

Diana Díaz, Fundación ANAR

Porque lo que percibimos es que por ejemplo "los adolescentes tienen mucha confusión, es decir, parece que lo saben todo y no es así en absoluto: manejan mucha información pero muy distorsionada" explica Díaz. Por ello es fundamental que las familias estemos ahí y que nos formemos también en estos temas.

"Podemos hacer prevención, pero nunca sin olvidarnos de los afectos y las relaciones humanas. Como hemos dicho, de lo que son las relaciones sanas, el respeto a los demás… Y también del respeto a los tiempos de cada uno, porque aunque estemos en la misma etapa, podemos llevar ritmos diferentes", explica Díaz.

Y lo dice además con conocimiento de causa, porque "en las llamadas de la líneas ANAR muchos jóvenes nos verbalizan que se ven muy forzados, por la presión social que hay sobre ellos, a tener relaciones sexuales cuando llegan a una determinada edad. Y eso es importante prevenirlo también: que nadie está forzado a nada por tener una edad concreta, que cada uno lleva sus tiempos y hay que respetarlos. Que no tenemos que hacer nada que no queramos hacer, ni por presión social ni por nada”, explica esta experta.

Es importante no olvidarnos de la parte tecnológica, porque los móviles y las redes sociales están con nosotros y con los jóvenes. Por ello, "es importante también educar en la parte más tecnológica (uso de internet y las redes sociales) y enseñarles lo que es su privacidad también en redes sociales", explica Díaz. Más aún en una época en la que según los estudios, ha aumentado el acoso sexual en las adolescentes en Internet.

Así y como explicaron las expertas a laSexta.com, es importante que los adolescentes sepan identificar las conductas de acoso y llamar a las cosas por su nombre: si nosotros no identificamos el acoso y las conductas inapropiadas, no voy a saber poner freno a esa conducta o las voy a repetir.

"La formación de las familias sobre cualquier tema es la mejor prevención de cualquier situación de riesgo. Siempre se pueden abordar los temas con responsabilidad adaptando los mensajes de acuerdo siempre a la edad de los niños y niñas. Es clave también escuchar muy bien qué sabe mi hijo o hija, qué necesita saber y tener esa comunicación abierta, tranquila y sobre todo responsable", concluye Díaz.