Lleva tiempo, a veces mucho tiempo. Implica dolor, mucho dolor y hay que recorrer un camino a veces nada fácil de aceptación. Después de una tragedia se puede volver a llevar una vida plena, pero diferente, eso sí. Aunque pensemos que jamás podremos superarlo. Y así lo ha puesto de relieve la ciencia, la evidencia y la experiencia.
“Estudios realizados hace ya bastantes años, a raíz de los trágicos sucesos del 11-S y del 11-M, se habla de que la gran mayoría de las personas se recuperan y vuelven a tener una vida plena, diferente, pero plena. Se puede volver a ser feliz. Pero lógicamente, tiene que pasar tiempo, a veces mucho tiempo”, afirma a laSexta Mónica Pereira, una de las coordinadoras del Grupo de Urgencias y Emergencias del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COP) que participó en el dispositivo del 11-M.
“En muchos casos -tal como se ha visto en varios trabajos, como en este estudio español- se produce incluso un crecimiento positivo, que no es universal pero sí bastante común: puede llegar incluso hasta el 80% de los afectados (la cifra varía según diferentes estudios y criterios)”, afirma Ana Isabel Álvarez, también coordinadora del equipo de Emergencias y Catástrofes del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. Se llama crecimiento postraumático y ese cambio se produce fundamentalmente, en tres esferas de la vida.
En muchas ocasiones, se produce un crecimiento positivo, que no es universal pero sí bastante común
Y estas tres esferas son, según explica Álvarez: una primera, cambios en uno mismo, esto es la persona se va a sentir más fuerte, más capacitada y con mayores niveles de autoeficacia percibida que le hará, de cara a nuevas dificultades, sentirse más competente para afrontarla.
En segundo lugar, cambios en las relaciones interpersonales: a veces cuando nos ocurre algo nos damos cuenta de con quién podemos contar fortalecimiento dichas relaciones. Y en último lugar, cambios en la filosofía de vida: se empieza a apreciar más lo que se tiene, los pequeños detalles, a diferenciar lo importante de lo que no lo es. “Y estos cambios al final, de alguna forma hacen a las personas sentirse más capaces o con más control sobre sus vidas”, señala la experta en psicología.
Pero primero, y tras la tragedia -explica Álvarez- hay que hacer un proceso de aceptación y adaptación a una nueva realidad interna y en este proceso, es donde se viven emociones y pensamientos negativos, sentimientos adversos y dolorosos que son totalmente lógicos, normales y adaptativos. Y también, y como es lógico, debemos adaptarnos y hacer un proceso hacia esa nueva realidad externa. Hay que hacer un proceso y un duelo. En el caso de que ese malestar y esos síntomas persista en el tiempo, lo mejor es hacer, cuanto antes, una terapia o una intenvención psicológica más estructurada.
El trabajo del psicólogo de emergencia
Y ahora son los vecinos de La Palma los que están viendo esos momentos de dolor, cuando más necesitan la ayuda del psicólogo de emergencias, porque la erupción de un volcán arrasó con sus casas, sus cosechas, sus recuerdos, su paisaje, su rutina y su cotidianidad. Y están pasando por un duelo que deben ahora, transitar y superar.
En este video podemos ver la entrevista que Más Vale Tarde realizó al psicólogo Felipe Lagarejo que contaba la importancia de acompañar en el duelo a aquellas personas que lo habían perdido todo y la labor que estaban haciendo los psicólogos en La Palma.
"El trabajo que hacemos como psicólogos de emergencias en todas las catástrofes, es primero procesar la pérdida, después aceptarla y por último, prepararles para crear su nueva normalidad. Validarles y empoderarles para crear su nueva realidad", explica Pereira. “Se producen cambios que hacen adaptarse a una nueva realidad: cuando me echan de un trabajo o cuando me tengo que cambiar de vivienda, incluso aunque sea para una vivienda mejor, siempre hay un proceso de duelo, de dejar ir lo que tenía. En caso de La Palma, se está produciendo un duelo compuesto por muchos otros: una casa, un trabajo, un paisaje…”, añade.
Es cierto, sostiene Álvarez que aunque "la gran mayoría de los afectados de cualquier tragedia o catástrofe, según estudios, se va a recuperar de forma natural y espontánea, el trabajo del psicólogo especializado en emergencias sin duda ayudará mucho y sobre todo, favorecerá ese proceso", recuerda Álvarez. El trabajo en los momentos iniciales es fundamental, hay que arropar y sostener esas emociones y reacciones que son -insiste- totalmente normal y adaptativas.
“Es un trabajo que consiste, esencialmente, en la cercanía y en el apoyo emocional a las familias afectadas donde brindamos esa posibilidad de esperanza hacia un futuro mejor, ayudándoles a canalizar todas las emociones y pensamientos que en esos momentos nacen propios del shock y la catástrofe”, cuenta Pablo Alemán Capel Coordinador GIPEC (Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes del Colegio Oficial de la Psicología de la Región de Murcia.
“Lo que les brindamos a los ciudadanos de Lorca en su momento- en el terremoto que asoló la ciudad hace 10 años- fue apoyo psicológico, sostiene el experto, apoyo también en cualquier tipo de necesidad básica que pudiera surgirle, brindándoles los recursos necesarios de los que disponemos a nivel organizativo en nuestro estructura de sistema social y también a veces recursos propios de la solidaridad. Se dispuso por ejemplo, de una línea de teléfono donde atendíamos a las personas que llamaban en los momentos inmediatos a los movimientos sísmicos y manifestaban síntomas de ansiedad, estrés miedo etc", explica Alemán.
Normalmente, y en primer lugar, "lo que se hace es dar apoyo y cubrir sus necesidades fisiológicas, las más básicas: comida, un techo... y ayudarles a acercarse a todas esas necesidades que necesitan. A procesar la incertidumbre y el shock inicial", sostiene Pereira. Este caso de La Palma es muy particular, porque el volcán aún está activo y muchas personas no saben si perderán o no su casa,"por lo que es importante, en estos momentos ayudarles en esa incertidumbre", añade.
Primero, ayudamos a procesar la pérdida, después a aceptarla y por último, a prepararles para crear su nueva normalidad. Validarles y empoderarles para comenzar una nueva realidad
Por otro lado, un papel muy importante que hace este profesional es la validación de las emociones de los afectados: "Puede parecer algo muy simple, pero la gran mayoría de las personas hacen mucho daño, porque normalmente les decimos "no te preocupes, esto pasará, todo se arreglará...". Y realmente, pasa mucho. Por ello, es importante este trabajo", explica Pereira.
Después se les ayuda a "reconocer esas estrategias personales que tenemos las personas para poder enfrentarse a la dificultad, y ayudarles también con pequeñas cosas que uno olvida y que son necesarias en el día a día para poder afrontar el duelo: por ejemplo, a reclamar un seguro, a ser conscientes que tienen que hacerlo. No olvidemos que en los primeros días del suceso, los afectados no tienen el control de sus vidas. Por ejemplo, ahora mismo en La Palma, las personas que están desplazadas están en una situación de total pérdida de control sobre su vidas y lo que importa después, realmente, es empezar a empoderarles para que vuelvan a tomar ese control", añade Pereira. Y por último, se les acompaña cuando empiezan a perder apoyos: “Es ahí donde permanece luego el psicólogo de emergencias para poder ayudarles en esa reconstrucción de su vida”.
Dentro de esa reconstrucción (entorno físico) y reorganización (tejido social) es fundamental saber que “el proceso de reconstrucción no sólo es físico (la reconstrucción no se debe centrar única y exclusivamente en reponer las viviendas, equipamientos e infraestructuras destruidas por una catástrofe) sino que en lo que tenemos que ayudar también es en reconstruir proyectos de vida", sostiene Álvarez.
"Es clave que ambas cosas lo físico y lo emocional, vayan en paralelo. Es el ciudadano y la comunidad los que tienen que estar en el centro y a veces se les deja de lado: se toman decisiones al margen de ellos y no se tienen en cuenta sus necesidades, sus motivaciones… Es un error que se ha visto en muchas ocasiones, por ejemplo en Chile con el volcán de Chaitén, y que esperemos que aquí, con la tragedia de La Palma, no suceda y se cuente desde un principio con los afectados y con la comunidad para la reconstrucción de sus vidas”, señala.
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Si se realiza una buena intervención psicológica en los momentos propios de la emergencia, "el trabajo de prevención de futuras complicaciones emocionales y psicológicas está demostrado que serán mucho menores", añade por su parte Alemán. Así, "también apoyamos a los afectados aquí identifiquen futuros problemas psicológicos que puedan derivarse de la situación propia de la emergencia, como el estrés, la ansiedad, la depresión, el insomnio etc. Para que llegado el caso si es necesario que acudan a la consulta para poder seguir trabajando esas complicaciones", finaliza el psicólogo.