Por mucho tiempo una costumbre entre los jóvenes, el consumo de marihuana, la droga ilícita más popular de Estados Unidos, está creciendo ahora entre los ancianos, al envejecer la generación de posguerra.

A sus 88 años, Florence Siegel ha aprendido a relajarse: una copa de vino tinto, un ejemplar del New York Times si puede arrebatárselo a su esposo y música clásica, preferiblemente Bach. A eso agrega, cada noche, una pipa con marihuana.

Los analistas esperan mayores incrementos dado que están envejeciendo 78 millones de personas nacidas entre 1945 y 1964. Para muchos de ellos, la marihuana nunca tuvo el estigma que tuvo para generaciones previas y la probaron hace ya muchos años.

Algunos no han dejado de usarla desde entonces, mientras que otros están regresando al hábito en su edad de jubilación, ya sea con fines recreativos o para aliviar los dolores de la vejez.

Siegel camina con un bastón y padece de artritis en la espalda y las piernas. Dice que la marihuana le ha ayudado a dormir mejor que las píldoras que solía tomar y afirma que no puede entender por qué todas las personas de su edad no están fumándola. "Se están perdiendo mucho alivio", dice al resto de ancianos.

Defensores del uso de la marihuana dicen que políticamente el número de consumidores ancianos podría representar un cambio importante en la larga lucha para cambiar las leyes.

"Durante mucho tiempo, nuestros oponentes políticos eran los estadounidenses más ancianos que no estaban familiarizados con la marihuana y que la consideraban muy peligrosa", afirma Keith Stroup, fundador y abogado de NORML, un grupo a favor de la marihuana.

Muchos dicen que la droga alivia problemas de la vejez, como dolores, glaucoma o degeneración macular. Hay pacientes en 14 estados que están protegidos por las leyes de la marihuana medicinal, pero el resto la compran o cultivan ilegalmente.

Entre ellos está Perry Parks, de 67 años, un piloto militar retirado que sufre artritis y una enfermedad degenerativa de la columna. Dice que ha probado toda suerte de medicamentos, desde Vioxx hasta esteroides, sin resultado. Hace dos años decidió probar con la marihuana y dice que le sorprendió lo bien que le aliviaba el dolor.