ALMERÍA
Castillo de Vélez-Blanco: ¿sabías que su patio está expuesto en Nueva York?
Ponemos rumbo hasta Almería, concretamente al municipio de Vélez-Blanco, para conocer la curiosa historia que esconde su Castillo.

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Viajamos a la provincia andaluza de Almería, concretamente hasta el municipio de Vélez-Blanco. Allí encontramos un gran número de monumentos y construcciones verdaderamente impresionantes, pero si hay uno que llama poderosamente la atención es su Castillo. Entre otras cuestiones, porque es un excepcional ejemplo de arquitectura del Renacimiento español.
Por si fuera poco, destaca por entremezclar el aspecto palaciego con el militar. En la actualidad, este Castillo de Vélez-Blanco es considerado Bien de Interés Cultural (BIC) y fue declarado Monumento histórico-artístico. Pero, ¿cómo acabó su patio en Nueva York? ¡Descubrimos todos sus secretos!
El Castillo de Vélez-Blanco (Almería), a través de su historia
Para comenzar, es importante mencionar que Pedro Fajardo y Chacón, Adelantado de Murcia, ordenó su construcción después de que fuese nombrado Marqués de los Vélez por los Reyes Católicos. Una vez se instaló en Vélez-Blanco, fijó allí la sede del nuevo señorío, por lo que comenzó a erigir un castillo-palacio sobre los restos de una antigua alcazaba islámica.
Como curiosidad, por aquel entonces existía una prohibición real de erigir nuevas fortalezas para evitar la acumulación de poder por parte de la nobleza. Para poder eludir esta orden, Pedro Fajardo y Chacón aseguró que únicamente iba a rehabilitar esa alcazaba musulmana. En 1506, comenzaron las obras para este nuevo castillo, en la que se conservaron el aljibe que se encuentra bajo el patio y algunos lienzos de muralla. Se vieron finalizadas en 1515 y, como autor de la obra, se dice que fue Francisco Florentino, arquitecto italiano, en colaboración con Martín Milanés.

Entre los numerosos elementos a destacar de este Castillo de Vélez-Blanco se encuentra el llamado 'Patio de Honor'. Sin duda, estamos ante una de las obras maestras del renacimiento español junto al Castillo de la Calahorra, propiedad de don Rodrígo Díaz de Vivar y Mendoza, que era pariente de Pedro Fajardo y Chacón. Durante el siglo XVI y hasta finales del siguiente, los Fajardo residieron en esta fortaleza. Durante los años posteriores, se utilizó como residencia aunque con cierta irregularidad.
¿Cómo acabó el Patio del Castillo de Vélez-Blanco en Nueva York?
A pesar de que contaba con una gran riqueza arquitectónica y decorativa, en el siglo XVIII se permitió utilizar materiales del castillo para otras construcciones. Un claro ejemplo es la Iglesia situada en Vélez Rubio, donde se reutilizaron los cañones de bronce para las campanas. Esta destrucción se acrecentó en el siglo XIX con la Guerra de la Independencia española, debido a la propia guerra pero también a la invasión francesa.
Desde ese preciso instante, la fortaleza fue objeto de un gran número de expolios y saqueos. Hasta tal punto que, a principios del siglo XX, esta construcción comenzó a despertar interés también fuera de nuestras fronteras. Debido a esto y al estado de abandono en el que se encontraba, desde 1904, sus propietarios iniciaron el vaciado de objetos de valor.
Fue entonces cuando Joaquín Álvarez de Toledo y Caro, XVI Marqués de los Vélez, decidió vender su patio renacentista a J. Goldberg, un anticuario francés. Esos elementos, entre los que destacan arcos, columnas, ventanas, marcos de puertas e incluso el artesonado de los salones nobles, fueron trasladados en un primer momento a Marsella, y más tarde a París. Con posterioridad, en 1920, fueron vendidos al banquero alemán George Blumenthal.

Fue él quien no dudó un solo segundo en trasladar el material a Nueva York, para que formase parte de su residencia. En 1945, al morir, George Blumenthal lo cedió al Museo Metropolitano de Nueva York, y es allí donde podemos encontrarlo y visitarlo desde entonces. Es importante destacar que la disposición en la ciudad estadounidense no coincide con la original, ya que hubo que adaptarlo al espacio con el que contaban.
Así pues, en una investigación realizada por el CSIC en 2019, concluye que el artesonado de las salas nobles fue adquirido en Nueva York y trasladado a México por el empresario Nicolás González Jáuregui. De hecho, el artesonado fue instalado en su residencia pero, por problemas financieros, fue embargado. El Gobierno decidió reconstruirlo en 1973 en Ciudad de México, concretamente en el Instituto Cultural Helénico. ¡Muy curioso!
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