CANTABRIA
El lugar de Cantabria que es uno de los más aislados: Tienes que bajar 763 escalones para visitarlo
El norte de España esconde algunos de los parajes naturales más bellos del país, donde los acantilados parecen sacados de un cuadro y los bosques nos envuelven en espacios tranquilos que invitan a desconectar. Hoy te hablamos del Faro del Caballo, situado en Santoña.

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Los faros en Cantabria son mucho más que simples señales marítimas: forman parte de su cultura, de su identidad y de su historia. Algunos destacan por su singularidad, como el Faro del Ajo, el único de la región decorado con arte urbano y otros requieren auténticas rutas para alcanzarlos debido a su ubicación remota, como el Faro del Caballo.
Inaugurado en 1863, su construcción tuvo algo de especial: los presos del presidio de Santoña fueron quienes tallaron los más de 700 escalones que hoy permiten acceder al faro por tierra. Después de casi 130 años de servicio, fue desactivado en 1993, pero su valor no desapareció. En 2013, internos de la prisión de El Dueso lo rehabilitaron dentro del proyecto "Nácar", devolviendo vida, seguridad y brillo a este enclave histórico.
Para llegar al faro existen varias rutas, pero la más conocida (también la más recomendada para disfrutar plenamente de la naturaleza) tiene una duración aproximada de cuatro horas, dependiendo del ritmo de cada persona. El recorrido implica descender 763 escalones y, como es evidente, subir otros tantos a la vuelta. Todo un reto físico que merece la pena para contemplar un faro con más de siglo y medio de historia integrado en un paisaje único.
El Faro del Caballo forma parte esencial de la identidad de Cantabria y es uno de los símbolos más reconocibles de su costa. Es un lugar donde pasado y presente se encuentran, invitando al visitante a vivir una experiencia que combina naturaleza salvaje, esfuerzo, patrimonio y una belleza difícil de olvidar.
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