SABOR A TOMILLO

¿En qué consiste el chicle que cambia de sabor cuando tienes la gripe?

Los expertos creen que este descubrimiento podría utilizarse en lugares con alta concentración de personas, como escuelas, aeropuertos o residencias.

Pompa de chicle

Pompa de chicleiStock

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Imagina estar masticando un chicle y, de repente, notar un intenso sabor a tomillo. Un grupo de científicos ha demostrado que ese cambio de sabor podría ser una señal de que estás contagiado con el virus de la gripe. Te contamos los detalles.

El hallazgo, publicado recientemente en la revista ACS Central Science, aprovecha las reacciones químicas que ocurren cuando el virus de la gripe entra en contacto con ciertas moléculas. Los científicos diseñaron un sensor que combina dos elementos: un fragmento que reconoce una enzima característica del virus (la neuraminidasa) y una molécula de timol, un compuesto natural responsable del sabor herbal del tomillo.

En condiciones normales, el sensor permanece inactivo y no genera ningún sabor. Sin embargo, cuando el virus de la gripe está presente en la saliva, la enzima viral rompe el enlace químico que mantenía unido el sensor al timol. Al liberarse, el timol se percibe en la boca como un sabor característico, alertando de que el virus podría estar actuando en el organismo. En pruebas de laboratorio con muestras de saliva humana infectada, el sabor aparecía en menos de 30 minutos, y los investigadores comprobaron además que los componentes no resultaban tóxicos para las células humanas o de ratón.

Mujer comiendo chicle
Mujer comiendo chicle | iStock

El motivo por el que el chicle sabe precisamente a tomillo no es casual. El timol, una sustancia presente en esta planta aromática, se eligió por su sabor fácilmente reconocible y porque es seguro para el consumo humano.

A pesar de lo prometedor del avance, el chicle todavía no está disponible en el mercado. Por ahora, la tecnología se encuentra en fase experimental y los científicos planean seguir realizando ensayos clínicos en los próximos años. Su objetivo es incorporar este sensor en distintos formatos, como chicles, pastillas o láminas comestibles, que permitan detectar infecciones de forma rápida y sencilla sin necesidad de realizar pruebas invasivas.

Los investigadores creen que, en el futuro, este tipo de diagnósticos podrían utilizarse en lugares con alta concentración de personas, como escuelas, aeropuertos o residencias, para detectar la gripe en sus primeras fases y frenar la propagación del virus.

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