El poder de las plantas: por qué tener una en casa te hace bien

Tener una planta en casa puede parecer una decisión puramente decorativa, pero en realidad es un hábito sencillo que puede mejorar notablemente la salud física y emocional. No se trata solo de estética: está demostrado que convivir con vegetación influye en el bienestar de las personas, incluso en espacios pequeños o en ciudades con poco contacto con la naturaleza.

Cuidar de una planta – regarla, observar su crecimiento, cambiarla de maceta – genera una conexión emocional que ayuda a reducir el estrés y la sensación de soledad. Esa relación, por mínima que parezca, despierta una rutina calmada. Muchas personas que trabajan desde casa o viven solas encuentran en ese pequeño gesto una forma de compañía.

Además, algunas plantas como el aloe vera, la sansevieria o el potus, no solo alegran el espacio, sino que también purifican el aire. Algunas de ellas incluso liberan oxígeno durante la noche, lo cual puede mejorar la calidad del sueño, especialmente en habitaciones mal ventiladas. Es una forma natural y económica de mantener un ambiente más saludable en casa.

Desde el ámbito científico, se ha propuesto una sencilla regla para valorar el contacto con la naturaleza en entornos urbanos: 3-30-300. Esto significa que lo ideal sería poder ver tres árboles desde casa, vivir en un barrio con al menos un 30% de vegetación y estar a menos de 300 metros de una zona verde. Aunque esta meta no siempre se alcanza, colocar una planta en el hogar es una forma personal y accesible de acercarse a ese equilibrio.

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