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Mañana voy al gimnasio: hay un motivo por el que retrasamos el momento para hacer ejercicio

Tu cerebro es el culpable de que nunca te apetezca ir al gimnasio. Te contamos por qué.

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¿Eres perezoso y evitas hacer deporte? Seguro que más de una vez has pensado en ir al gimnasio y finalmente has usado la excusa más común para evitar ir: no tener tiempo.

Curiosamente esa escusa es de las más utilizadas para evitar ir al gimnasio según una investigación. Un estudio científico realizado por Nuria Codina y José V. Pestana entre otros autores, asegura que más de dos tercios de los habitantes de la Unión Europea practican poca o ninguna actividad física diaria. Sin embargo, en el caso de la población española el 34,4 % no realiza ningún ejercicio mientras que el 26,7% realiza actividades físicas constantemente, pero de una intensidad moderada.

Además, añade que la mayoría de las personas señala que es la falta de tiempo la que les impide ir al gimnasio o hacer deporte, argumento más utilizado para justificar su respuesta. Junto a esto, Codina expone que la realización de conductas de procrastinación está relacionada con la calidad de vida de las personas.

Mujer en el gimnasio
Mujer en el gimnasio | iStock

Por qué decidimos no ir al gimnasio

Aunque lo solemos hacer por pereza muchas veces es por una contradicción en nuestro cerebro. Por ello, cuando decidimos hacer ejercicio se enfrentan el sistema límbico y la corteza prefrontal. El sistema límbico nos hace elegir la recompensa inmediata, que en este caso es seguir en casa en lugar de hacer esfuerzo físico. Esto se debe a que muchas veces el deporte requiere de mucha fuerza de voluntad y es difícil que forme parte de nuestra rutina. Sin embargo, el sistema límbico no tiene en cuenta que a largo plazo estaremos más satisfechos si vamos en ese momento al gimnasio.

La corteza prefrontal es la responsable de los razonamientos más complejos, como los beneficios que tiene para nosotros hacer ejercicio a largo plazo. Sin embargo, si esta pierde contra el sistema límbico, no le hacemos caso y lo dejamos pasar. En realidad, lo que nos cuesta es empezar a hacer deporte y adaptarlo a nuestra rutina. Una vez que tenemos el hábito adquirido, esa batalla cerebral deja de existir y no nos resulta tan difícil animarnos a ir al gimnasio o salir a correr.

Aunque nos de pereza ir al gimnasio existen formas de realizar actividades físicas en nuestra propia vivienda como: subir las escaleras, evitando el ascensor, inscribirse en cursos e incluso tener un entrenador virtual.

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