AMENAZA SANITARIA

Un estudio revela cómo las bacterias logran resistir a los antibióticos

"El problema es que las bacterias llevan décadas aprendiendo a esquivar nuestros antibióticos, y cada vez lo hacen mejor", señala un nuevo estudio.

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BacteriasDepartamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido

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Desde hace casi un siglo, los antibióticos cambiaron la historia de la medicina. Gracias a ellos, una infección que en otro tiempo habría sido mortal se convirtió en una molestia pasajera. Pero ese milagro está perdiendo fuerza: las bacterias están aprendiendo a defenderse, y cada año se vuelven más resistentes.

La Organización Mundial de la Salud considera la resistencia antimicrobiana una de las mayores amenazas sanitarias del siglo XXI. A nivel global es responsable, de forma directa e indirecta de unas 5 millones de muertes anuales y se estima que la cifra aumentaría más de dos tercios en 2050 si no se desarrollan nuevos tratamientos.

Además de la muerte y la discapacidad, la resistencia antimicrobiana tiene costes económicos significativos. El Banco Mundial estima que podría generar costes adicionales de atención médica por un billón de euros para 2050 y pérdidas de producto interno bruto (PIB) de entre un billón y 3,4 billones de euros por año para 2030.

El problema tiene varias causas. Durante décadas se han utilizado antibióticos de forma excesiva o inadecuada —en la medicina, la ganadería o incluso en productos de limpieza—, y las bacterias, que evolucionan con rapidez, han aprovechado cada error para fortalecerse.

A esto se suma otro obstáculo: el desarrollo de nuevos antibióticos se ha estancado. Los más recientes pertenecen a familias descubiertas hace más de 30 años, y las farmacéuticas invierten poco en nuevos compuestos por su alto coste y bajo retorno económico.

Pero la batalla no está perdida. Un nuevo estudio de la Universidad de Edimburgo, publicado en Nature Communications, ha identificado un mecanismo hasta ahora desconocido que ayuda a ciertas bacterias a resistir los antibióticos más comunes.

El hallazgo se centra en un sistema de reparación interno conocido como Rtc, que actúa como un taller de emergencia dentro de las bacterias. Cuando los antibióticos dañan su ARN, la molécula que traduce la información genética del ADN en proteínas, el Rtc entra en acción y repara el daño, permitiendo que la bacteria siga produciendo proteínas y sobreviva.

"El problema es que las bacterias son muy listas - explica Andrea Weisse, líder del estudio -. Llevan décadas aprendiendo a esquivar nuestros antibióticos, y cada vez lo hacen mejor. Si no encontramos nuevos fármacos o nuevas estrategias para engañarlas, estaremos en serios problemas. Lo que intentamos aquí es entender cómo funcionan sus defensas: una vez que vemos el mecanismo con claridad, podemos encontrar maneras más inteligentes de derrotarlas".

El equipo de Weisse, junto con científicos del Imperial College London y la Queen Mary University of London, descubrió además que la respuesta de las bacterias no es uniforme: algunas activan el sistema Rtc con más intensidad que otras, lo que explicaría por qué ciertos tratamientos funcionan en unos casos y fracasan en otros.

Los autores realizaron este descubrimiento mediante una combinación de modelos informáticos y experimentos de laboratorio con E. coli, bacteria conocida por desarrollar resistencia a los antibióticos.

Un hallazgo clave del estudio fue que las respuestas bacterianas a los antibióticos pueden ser impredecibles, ya que la expresión del sistema de reparación Rtc varía de célula a célula.

Esto podría explicar por qué algunas infecciones son tan difíciles de tratar, dado que algunas bacterias sobreviven mejor al tratamiento con antibióticos que otras, según el equipo.

Los resultados del estudio sugieren que adaptar los tratamientos para atacar componentes clave del sistema de reparación Rtc podría mejorar la eficacia de los antibióticos existentes, haciéndolos más capaces de erradicar las infecciones.

"Nuestro estudio no solo destaca la complejidad de las estrategias de supervivencia bacteriana, sino que también abre nuevas vías para el desarrollo de terapias más eficaces contra la resistencia antimicrobiana", concluye el estudio.

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