No hay ninguna duda de que todo el mundo es capaz de mostrar su mejor cara, ya sea para postularse a un nuevo trabajo o para que ser considerado como posible compañero de piso. Y luego podrá ser mejor o peor que la versión que ha mostrado, pero de ahí a destaparse como psicópata hay una gran diferencia. Y eso es precisamente lo que pasó con los casos de los cuatro protagonistas de la nueva docuserie true crime de Netflix, El peor compañero de habitación imaginable.

Tras arrasar con la película documental El estafador de Tinder, la plataforma de streaming presenta una nueva serie documental dentro del género true crime que pone los pelos de punta. Se trata de una producción de Blumhouse Televisión que narra en cinco episodios "cuatro terribles historias sobre compañeros de piso inofensivos que se convirtieron en una pesadilla para sus desprevenidas víctimas". Una vez descubierto el engaño, estas personas en apariencia tranquilas, divertidas y hasta dulces, según sus víctimas, mostraron su verdadera cara, malvada e incluso violenta.

Y no, no estamos hablando de dejar la cocina sin recoger, la tapa del váter sin bajar o no limpiar la casa cuando le toca. Los casos de Dorothea Puente, KC Joy, Youssef Khater o Jamison Bachman van mucho más allá. Detrás de su imagen de adorable anciana, Dorothea Puente escondía un largo historial delictivo de fraude y estafa que la llevó en varias ocasiones a la cárcel. Sin embargo, no fue hasta finales de los 80 cuando se descubrió que la casa de huéspedes que gestionaba en California y dónde alojaba a personas desfavorecidas, drogadictas o enfermas era para ella un lucrativo y siniestro negocio. Puente engañaba a sus inquilinos para cobrar sus pensiones y ante la mínima queja sus víctimas acababan metidas en un hoyo. Las autoridades llegaron a encontrar hasta siete cuerpos enterrados en la casa.

KC Joy se convirtió en el sospecho principal tras la desaparición de Maribel Ramos en 2014, una joven veterana del ejército y estudiante que estaba a punto de graduarse en Derecho. Obligada a compartir gastos, Ramos buscó un compañero de piso y así fue como KC Joy entró en su vida. "Se vendía como una buena persona" y además, según la hermana de Maribel parecía tranquilo y callado por lo que era el candidato perfecto. La diferencia de edad entre ellos no impidió que se hicieran amigos y Maribel incluso le invitó a compartir muchos momentos con su familia. Los problemas comenzaron cuando él empezó a ver a Maribel como algo más que una amiga y ella le rechazó. Joy dejó de pagarle el alquiler y comenzaron las discusiones que llevaron a Maribel a llamar a la policía. Cuando Ramos desapareció, su compañero de piso fue el primer sospechoso para la policía y, tal y como se desarrollaron los acontecimientos, no estaban equivocados.

Divertido, carismático y atractivo son algunos de los adjetivos que encajan con Youssef Khater, un joven atleta y corredor de maratones de origen palestino y criado en Dinamarca que dejó un rastro de estafas en varios países. Khater recaló en Santiago de Chile donde compartía piso con varios jóvenes a los que embaucó contando historias de sus aventuras, con detalles amables y ayuda de un físico agraciado. Después comenzaron los problemas de dinero, Youssef Khater empleó diferentes excusas para que le prestaran dinero y cuando se vio acorralado por las deudas atacó y utilizó a una de sus compañeras de piso, Callie Quinn. Tras atacarla y enterrarla, regresó a la casa que compartía con las personas a las que debía dinero diciendo que le había dado a ella el efectivo y se extrañó de que no hubiese llegado aún. Su plan, sin embargo, se desmoronó cuando Quinn apareció milagrosamente. Había sobrevivido al ataque de Khater que la dejó enterrada viva bajo un montón de ceniza. A pesar de que fue detenido y condenado por intento de asesinato, el paso de Khater por la cárcel fue breve y, hasta donde se sabe, actualmente está en libertad.

Por último, El peor compañero de piso imaginable dedica sus dos últimos episodios a Jamison Bachman, otro maestro en el arte del engaño y un psicópata de manual que actuaba como un okupa en toda regla y aterrorizaba a sus compañeros de piso. Bachman respondía a los anuncios para para compartir piso y una vez instalado a base de mentiras, se negaba a pagar el alquiler y a irse. Formado en Derecho, utilizaba su conocimiento de la ley para evitar ser desalojado y convertía la convivencia en una auténtica tortura para sus compañeros. Varias de sus víctimas relatan las malas artes de un embaucador que tuvo un trágico final.