El 17 de septiembre de 2016 fueron descubiertos los cadáveres de Marcos Campos, Janaina Santos y sus hijos, Maria Carolina y David, de tres y un año en un discreto chalé de La Alcarria, en Pioz (Guadalajara). Julián Jiménez, el vigilante de la urbanización en ese momento, fue el primero que recibió la primera advertencia que hacía sospechar que algo ocurría en aquella vivienda.

"Ese día, mi jornada de trabajo empieza a las 21:30h para hacer el relevo con el último de seguridad", narra para 'No se lo digas a nadie', la serie de ATRESplayer PREMIUM sobre el crimen de Pioz. "Unos vecinos, en la calle de los Sauces, están diciendo que hay unos malos olores en el chalé de enfrente. Me dirijo con el compañero allí y llamo al propietario de ese chalé. Dice: 'Bueno, sí, tengo jaleos con estos vecinos, porque llevo un montón de tiempo localizándolos para que me paguen, porque no me pagan...".

El dueño de la vivienda les dejó las llaves. "Cuando levantamos la persiana que da al comedor, es como si un huracán te tirara para atrás de la intensidad de olor que denotas ahí". Eso le hizo sospechar que algo grave había ocurrido en aquella casa. Por este motivo, llamó a la Guardia Civil inmediatamente.

El capitán Ángel Barca fue quien puso en marcha el operativo. "Cuando me comunicaron de qué se trataba, inmediatamente me trasladé a la Comandancia de Guadalajara y de camino iba activando a todo el equipo de guardia. "El capitán Barca me transmitió preocupación, porque presumía que podía ser algo grave", recuerda Fernando de la Fuente, el juez de instrucción que entró en la casa tras los asesinatos, situada en la calle Sauces número 594, dentro de una urbanización de "difícil acceso", "oscura", y "alejada de todo ámbito urbano".

"Nos dieron una sustancia que nos permitía estar en el lugar aguantando esa situación, porque era un olor muy fuerte y muy desagradable", cuenta. Al entrar, encontraron en el jardín una mesa de camping y sillas caídas en el suelo. En la parte superior del porche, hallaron cajas de pizza. La puerta de la entrada no estaba forzada ni había signos de violencia en el interior. "El autor o los autores del hecho se habían molestado en limpiar las estancias", asegura uno de los que allí estuvieron presentes. "La reacción de todas las personas que entran al salón es una fuerte arcada al percibir el olor ese tan fuerte y el primer impulso es salirse a respirar aire a la calle".