Antonio Anglés se encuentra en paradero desconocido desde hace 31 años, después de que se hallara el cadáver de las niñas de Alcàsser. Sin embargo, ese no fue su primer delito, ya que en 1991 ya cometió uno "especialmente violento", tal y como señaló en la docuserie 'Anglés: Historia de una fuga' Carlos Climent, que fue el juez del caso Nuria Pera en 1991. "La víctima hizo unas declaraciones durante la fase de instrucción en las que explica con bastante precisión cómo fueron las agresiones que sufrió", afirmó el juez.
"La cogió del cuello con una mano, estando a punto de ahogarla, por lo que la declarante se hizo sus necesidades encima, debido al pánico que tenía. Empezó a pegarle puñetazos en la cabeza, en la cara y en todo el cuerpo, al mismo tiempo que la amenazaba con un cuchillo, haciendo como que se lo iba a clavar", contó Carlos Climent, a lo que añadió que "cuando la declarante tenía la cara llena de sangre, Antonio la obligaba a ir a lavársela para después volverle a pegar".
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A continuación, "la amenazó con tirarla a un pozo, tirando incluso cosas al interior para oír lo profundo que estaba". Y después, "sacó una cadena muy grande con dos candados, atándola a un pie y al otro extremo al pilar que formaba el hueco de la puerta y la ventana de la misma habitación", apuntó el juez, quien relató que "antes de marcharse del lugar, Antonio llevó a la habitación un perro dóberman y lo dejó allí suelto, diciéndole a la declarante que rezara porque los dóberman huelen la sangre. "Ella se tapó todo el cuerpo con las mantas, presa del pánico, y en esa posición notaba cómo el perro se paseaba por encima de la cama y de la declarante mientras la olía", subrayó.
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