El Mundial de Qatar está convirtiéndose en la competición de la polémica por celebrarse en un país que no respeta derechos humanos y que ha construido los estadios para la competiciónexplotando a trabajadores migrantes, muchos de los cuales han muerto.

Esta competición podría ser un nuevo ejemplo de 'sportwashing', esto es, el blanqueamiento utilizando el deporte. No es la primera vez que se utiliza una competición para intentar contentar a un líder autoritario o dictador.

Así, ya sucedió con los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, con Adolf Hitler al frente de la Alemania nazi. O en 1978, con el Mundial de Fútbol en la Argentina de Videla. Mientras se celebraba la inauguración de esta competición a pocos metros se torturaba a los disidentes del régimen. Un tercer ejemplo más cercano es el del Mundial de 2018, en Rusia, con Vladímir Putin al frente del país.