El presidente del Gobierno cree que el problema es que hay demasiadas noticias sobre la corrupción: “Señorías, la corrupción se ha convertido en noticia cotidiana de primera página en España. Buena parte de la prensa escrita y de los telediarios está dedicada a informar de los escándalos por corrupción, bien sean nuevos o empiecen a sonar a viejos, a sus evoluciones, a las idas y venidas de los imputados, a los registros de la Policía, a los furgones de la Guardia Civil. Esta es la dieta cotidiana de los españoles”.

Rajoy tiene razón en una cosa: es muy difícil medir cuánta corrupción hay en un país. Lo que sí se puede saber es cómo la perciben sus ciudadanos. Según el CIS, la corrupción es el segundo mayor problema de los españoles. Preocupa a más de un 60%, todo un récord histórico. Con los datos históricos del CIS también se obtiene otra conclusión relevante: cuanto más paro hay, más percepción tienen los ciudadanos de que viven en un país corrupto.

Lo explica Kiko Llaneras, miembro del colectivo ‘Politikon’: “La serie histórica demuestra una clara relación entre cómo vemos los españoles el paro y la corrupción. En el año 2003 el desempleo está en un saludable 11,4% y la corrupción apenas se percibe como un problema. Con el comienzo de la crisis el paro empieza a crecer, y también la percepción de la corrupción. Hoy, con el desempleo aún en el 26,4%, la preocupación por la corrupción es más alta que nunca.

20 años atrás, España no sabía de la existencia de Bárcenas. Se hablaba de Roldán, el político que saqueó la Guardia Civil. Blesa no era famoso y Rato no necesitaba abogado. Hace 20 años nadie sabía qué eran las tarjetas ‘black’, pero todo el mundo seguía al minuto la evolución del caso Mario Conde. En este momento, cabe preguntarse: ¿Somos ahora más corruptos que nunca?