Javier Solana había sido un joven que defendía no entrar en la OTAN en 1981 y años más tarde, en 1996, acabó en lo más alto de la Alianza.

Cuando él llegó, la Unión Soviética había caído. Pero para que Rusia entrara en la órbita occidental y acabara la Guerra Fría, había que negociar.

"Me tocó hacerlo a mí, sí, con Eugeni Primakov, que fue un personaje importantísimo de la Rusia de aquellos años", ha contado el propio Solana a laSexta Columna.

Intrahistoria del final de la Guerra Fría

Además de Solana y Primakov, el final de la Guerra Fría tuvo dos protagonistas muy rusos: el vodka y la nieve.

"Llegamos a Moscú y estuvimos en una dacha cercana donde se hacían este tipo de reuniones. Creo que acerté en la manera de presentar las cosas porque bebimos el vodka de rigor y él me dijo si quería dar un paseo, le contesté que encantado. Estaba nevando y estuvimos dos horas paseando. Entonces supe que esa negociación estaba ganada", ha recordado Solana.

Solana y Primakov firmaron el acuerdo. "Me impresionó muchísimo, el último día me dio un abrazo, se le saltaron las lágrimas y me dijo que muchas gracias. Después de ese abrazo nos presentamos ante la prensa".

50 años después del comienzo de la Guerra Fría, los dos bloques mundiales hasta bromeaban sobre cuál tenía más fuerza. "En unos pocos meses hicimos un cambio radical. Rusia se sentaba en una mesa redonda donde estaban los países de la OTAN. Lo cual era realmente el final de la Guerra Fría [...] el paseo por la nieve realmente tuvo su recompensa", ha destacado Solana.