Ellas son la razón por la que Merlés no pudo celebrar la huelga del 8 de marzo en 2018. Las cabras no dejan de comer por ninguna reivindicación, pero aquel 8M luchó por el feminismo luchando por su sueño.
"No pude hacer huelga ni ir a las manifestaciones. Me hubiese gustado. Pero a la vez estaba contenta porque, como mujer, estaba luchando por mi sueño, por mi proyecto", cuenta Merlés.
Ella es ingeniera agrícola en un mundo tradicionalmente cerrado y de hombres. Solo por ser mujer le costó más entrar: "Hay tareas que parecen estar más asignadas a la mujer. Por ejemplo, dar el biberón a los cabritos. Como es algo relacionado con la maternidad, por ser mujer ya lo tienes que hacer mejor".
No es la única situación machista a la que Merlés se ha tenido que enfrentar: "Cuando fui a comprar las cabras se extrañaban porque, siendo yo mujer, fuera a comprar el ganado", relata, y añade: "Yo me he quedado sin poder aprender a llevar un tractor simplemente porque un hombre ha decidido que yo no estoy capacitada para llevarlo".
Pero Merlés y otras ganaderas han encontrado la forma de apoyarse entre ellas. En 2018, crearon un grupo de ganaderas de Cataluña llamado 'Ramaderes de Catalunya'. A través de las redes sociales, comentan los machismos diarios que sufren. El feminismo ha llegado a las zonas rurales, pero menos.