Lucía lleva escrita en su piel la fecha en la que volvió a nacer. Ocurrió en 1987, tras el atentado de la casa cuartel de Zaragoza por parte de ETA. Era la primerae vez que mataban indiscriminadamente también a las familias de los guardias civiles.

"Esa mañana estábamos acostados y a las 6:05 sonó una explosión, que luego supimos que habían sido 250 kilos de explosivos en un coche. Se movió todo, salió disparada la ventana, la pared, trozos de cascotes... Es una explosión dantesca que se escuchó a kilómetros", afirma Lucía.

Antes de llegar a Zaragoza, el padre de Lucía había sido guardia civil en Navarra. Allí, ya había tenido que despedirse de compañeros asesinados por ETA. Quizá por eso, cuando aquella noche todo saltó por los aires, el padre de Lucía supo exactamente qué debía hacer.

"En un minuto o menos, ya estaba mi padre entrando con las botas puestas, el pantalón subido y la guerrera a medio poner. Nos ayudó a quitar los escombros de encima de la cama y la ventana que había caído cerquita de la cama de mi hermana. Recogió a todos los niños de la escalera para intentar sacarnos del cuartel", recuerda en el vídeo.

"Me dijo 'sobre todo, no mires a la izquierda'. Pero la curiosidad me pudo y vi la casa totalmente destruída, el trozo que había caído por completo", añade. Lucía todavía se emociona cuando recuerda a su padre al final de aquel fatídico día.