Los problemas laborales que tenía Maribel, de 74 años, en muchas ocasiones se arreglaban con un método: la huelga. Ella misma paró junto a sus compañeras porque no tenían ventiladores para trabajar entre las abrasadoras máquinas de un taller textil. "Era la primera vez después de la Guerra Civil que se paraba una planta del textil. Ese mismo día empezaron a poner ventiladores, que no había habido nunca. Eso a mí me reforzó para decir: 'Yo tengo que hacer algo para mejorar las condiciones de esta sociedad'", recuerda.

Las huelgas de mujeres en el sector textil dieron resultado, aunque, tal y como cuenta Maribel a laSexta Columna, salieron caras. "Muchos estuvimos en la cárcel. Fueron años muy duros, pero la gente sabía que había que cambiar las cosas, y empezamos a trabajar en ello. Éramos grupos pequeños, clandestinos, la mayoría represaliados en las fábricas. Fue una época muy importante, de mucho crecimiento, donde vimos una luz en el túnel para sacar al país de la miseria", expresa.

Según la mujer, habrá gente que piense que se trata de "la batallita de la abuela", pero defiende que "la 'batallita de la abuela' ha conseguido que haya "ayuntamientos democráticos, unos servicios sociales donde los más débiles han podido tener unos niños". "Esa generación es la que necesita que nos cojan el testigo", afirma Maribel, quien pide a los jóvenes que sean "revolucionarios" y "rompan estructuras", porque, según dice, "esa es la forma de avanzar".