En 1986, un atentado terrorista asesinó a dos militares de Estados Unidos e hirió a decenas de personas en una discoteca de Berlín. "Una bomba explotó en una discoteca frecuentada por hombres al servicio de América", notificó el expresidente Reagan a la población estadounidense cuando se produjo este trágico ataque. Estados Unidos respondió sólo 10 días después con la operación 'El Dorado Canyon'. Resultó ser un bombardeo sobre Libia que masacró a 100 personas.

Pero entre ellos no estaba el objetivo que buscaba realmente Estados Unidos: Muamar el Gadafi. "Gadafi no muere. Entonces la CIA, que no debía tener a nadie, le pide al CESID que mande a un agente", explica en laSexta Columna el exespía Jaime Rocha. Él fue la elección de los servicios secretos españoles para la operación de EEUU. Rocha era todo un experto en moverse por el norte de África en tiempos en los que el general Manglano lideraba a los espías españoles.

"Manglano pregunta: '¿Quién puede ir a Trípoli?'. Yo levanto la mano, pero no le gustó mucho. Yo iba con frecuencia y cambiaba de identidad, pero me dijo: 'Hay mucha gente que te conoce a ti allí, y puede ser peligroso'. Y le dije: 'Bueno, director, si hay que ir y el único que puede ir soy yo, pues voy yo". El objetivo de Rocha era marcar los lugares donde pudiera esconderse Gadafi y obtener toda la información posible sobre el armamento libio colocado para defenderse de los bombardeos.

"Iba como ingeniero de una empresa que tenía una fábrica allí, e iba acompañado por un ingeniero de verdad. Él hacía de chófer y me tenía puesto Carmina Burana permanentemente en una cassette. Yo llevaba una cámara y cuando había un objetivo, como podía ser un montaje de artillería, daños que podía haber causado el bombardeo o incluso la zona donde estaba Gadafi, lo fotografiaba y salían los carretes por valija diplomática para España", recuerda Rocha.

El exespía consiguió su objetivo, pero volver a casa iba a complicarse, justo lo que temía Manglano al encomendar a Rocha la misión. "Cuando iba a hacer el checking para salir a Roma, registros mil, de esos que te cogen la maleta y la vacían, te miran de arriba abajo, como cinco o seis veces, y ya cuando estaba para hacer el checking delante de mí había una persona que me conocía por una identidad distinta. Así que me fui a otro mostrador, había un vuelo para Frankfurt, y me fui para allá".