Última Convención Nacional del Partido Popular. El presidente Rajoy tiene que conformarse con ver a algunos líderes populares de renombre sólo en foto, ya que no han querido asistir. ¿Qué está pasando en el partido del Gobierno para que surjan grietas tan importantes?

Hay tres polémicas que lo explican. La primera: la política antiterrorista. La excarcelación por motivos de salud del etarra Bolinaga, el secuestrador de Ortega Lara, enfada a los más reticentes a cualquier concensión a los etarras.

No obstante, quien provoca la gran ruptura es Estrasburgo. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos condena a España. Dice que la 'doctrina Parot', creada para mantener a etarras más años en la cárcel, es ilegal y el Gobierno la anula. En sólo tres meses 63 terroristas salen de la cárcel. Algunos reciben homenajes y 50 de ellos dan una rueda de prensa en la que no piden perdón.

Las víctimas de ETA protestan en la calle por esas liberaciones, pero esta vez no de la mano del PP. Para ciertos sectores, el Gobierno está siendo blando con ETA. Se unen a los enfadados la hermana de Gregorio Ordóñez, que pide el voto para UPYD, y Ortega Lara, un símbolo que militó en el PP, que ahora ha fundado un nuevo partido, VOX.

La otra gran causa de enfado dentro del PP es Cataluña. Muchos dentro del partido creen que no se responde contundentemente a la propuesta de referéndum. El más enfadado es Alejo Vidal Quadras. Fue responsable del partido en Cataluña en su etapa más beligerante contra el nacionalismo catalán, a mediados de los 90, hasta que Aznar lo sacrificó para poder pactar con Jordi Pujol.

Pero los críticos a Mariano Rajoy tienen otra queja: la subida de impuestos. Una lucha que ha decidido abanderar Esperanza Aguirre. Toda esta crítica afecta a su relación con la cúpula del partido. Lo demuestra una sencilla técnica: el 'ministrómetro', que mide la cantidad de ministros que asisten de público a sus actos.

Pero si alguien sabe lo que es que le hagan el vacío, ese es José María Aznar. A la presentación de sus memorias no asiste nadie del equipo de Rajoy, del Gobierno o del partido. Conclusión: las relaciones de Aznar con Rajoy no son frías, son gélidas. Aznar resume casi todos los descontentos internos del PP con el Gobierno de Rajoy. No le gusta la gestión de Rajoy ante la liberación de etarras, ni su postura en el tema catalán. No comparte su política de impuestos; en general, no le gusta su proyecto.